Como cada mañana, tras desayunar,
recogeríamos nuestro campamento base, ¡sí, campamento base!, porque era
increíble la facilidad que teníamos para dejar la ger hecha un cristo, con
nuestra ropa tirada, las bolsas de comida… Pero esta vez, sería diferente: era
nuestro último día juntos, ya que el grupo se dividiría la próxima mañana.
Sergio, Stjin y Aje, sólo cogieron 8 días de tour, compartiendo 6 de estos con
nosotros, los dos últimos lo dedicarían para la vuelta a Ulán Bator.
Nos
dirigíamos rumbo a las Flamming Cliffs, otra maravilla de Mongolia, donde al
parecer vivieron millares de dinosaurios y realmente parecía que hubiésemos viajado
en el tiempo. Cuando llegamos a las gers de nuestra próxima familia de acogida
nos encontramos con un acontecimiento muy especial: esa misma tarde se
celebraría una pedida de mano. Las dos familias se encontrarían para festejar
el futuro enlace, si es que el padre de la dama (o como en este caso el padre había fallecido,
el tío) daba su visto bueno y aceptaba la petición, al más puro estilo
tradicional. Asique nos quedamos esperando a ver todo el espectáculo y… ¡a
“gorronear” algún delicioso aperitivo y cocktail! jajajajajaja.
Nos dieron un botecito con incienso/tabaco que debíamos “esnifar”
como signo de bienvenida, más suculenta bebida de leche fermentada de caballo,
alcohol puro y duro y por supuesto, carnacas de distintos animales (cabe
mencionar que Amaia, aborrecida de tantas carnes, se hizo vegetariana durante
el tour). Lo gracioso fue, que en realidad el futuro matrimonio ya tenía un
hijo!.. ¡ja!, ¿pues tan tradicionales no eran estos? Bueno, en lo que concierne
a la petición y la fiesta sí.
Es muy interesante ver esa unión entre los
tiempos modernos y la tradición, diferenciando qué pasos deben seguir vivos y
que partes hoy día están de más… saben lo que se hacen. Nos llamó la atención
que aquí las bodas y demás eventos especiales se celebrasen durante la semana,
algo impensable en nuestra sociedad donde el trabajo es la prioridad absoluta,
dejando relegado estos acontecimientos al fin de semana.
Las últimas horas de la tarde las
dedicamos a ver la puesta de sol en las Flamings Cliffs. Ya bien metidos en la
noche hicimos una fiesta de despedida bajo el brillante cielo nocturno que sólo
hemos contemplado en Mongolia.
Por la mañana, y tras bromear
acerca de si seguirían el tour con nosotros o qué, nos jugamos la única botella
de cerveza superviviente en una partida al estilo quinito tradicional mongol
que sería la que decidiría el destino de la botella. Sí, la incomparable e
inigualable mano de Mikel (también conocido en el tour como “Inmortal Fingers”)
ganó la partida… mas la cerveza no nos sabría a victoria; la ausencia de Stijn,
Aje y Sergio pesaría mucho más que los dos litros de cerveza. El momento real
de despedida se acercó, y tras los abrazos y alguna lágrimilla llegaron unas
palabras de cordura: -“¡En cuatro diitas nos vemos en el albergue!” jjajjajajaa
Sergio, Stinj, Aje y el que había sido nuestro chofer “Chócala” se montaron en
la furgo y se alejaron, hacia el norteeste.
Y nosotros hacia el norteoeste. La
temperatura iba cambiando a medida que pasábamos horas y horas en nuestra nueva
furgo (aún algo más carraca si cabe). Fue un largo viaje hasta llegar a nuestro
próximo destino. Cruzamos buena parte del día por un desértico y resquebrajado
suelo, donde de vez en cuando aparecía un cráneo de cabra o caballo, pero poco
más, durante horas y horas. Sobre las 3 del mediodía paramos a descansar en un ger-camp
que se encontraba por el camino y fue allí donde, no pudiendo seguir adelante
ya que la temporada de verano estaba llegando a su fin y muchos ger-camps estaban
cerrados, haríamos noche. Un precioso lugar a orillas de un río con unas ruinas
de templos que nos contarían otra historia más acerca de la crueldad con la que
el comunismo quiso exterminar el budismo… y todo ello porque los monjes no
generaban dinero y suponían un gasto para el nuevo régimen, además de no tener descendencia.
Al día siguiente, el camino nos
llevó hacia el parque nacional del valle de Orkhon donde pasaríamos un par de
buenos días en compañía de Claire, Alex y Medhi; y donde nos esperaban unos
bajitos y regordetes caballos con los que trotaríamos hasta llegar a una bella cascada,
escondida entre pinos y pinos, ¡habíamos vuelto al norte y sus montañas plenas
de bosques!.. ¡¡Y al fríooorl!! Justo antes de tomar la cena, y recién vueltos
de un agradable paseo, un helado viento anunció la llegada de la nieve. Tal era
el frío que hacía que Vaira, nuestro nuevo conductor, se bajó los humos de
bravo mongol y durmió con nosotros, en la ger, en lugar de hacerlo como hasta
ahora, ¡en la furgoneta! Y fue una enorme suerte, porque se dedicó a cuidar el
fuego por la noche. ¡Y qué bien dormimos!
Nuestro último día lo dedicamos a
conocer el asentamiento que el hijo de Genghis Khan se encargaría de convertir
en capital mongola: Karakorum. En su momento álgido debió de ser una ciudad colosal,
ya que tras entrar en el interior de sus murallas y encontrarnos unos templos
que, ¡oh, sorpresa! también habían sido destrozados en sucesivas ocasiones
(primero chinos, luego rusos… “buena” ubicación tiene el país) supimos que la
superficie que se extendía entre una de sus murallas y la de en frente no era
de 400 metros, como veíamos, ¡sino de 4.000 metros! Una fortaleza de 4km x 4km
que contenía complejos enteros de templos, campamentos de guerreros y toda una
ciudad comercial. Lo que queda de aquel glorioso asentamiento no es mucho, pero
se puede sentir lo que fue, especialmente si cuentas con los conocimientos de
una estupenda guía.
Por la noche gozamos de un concierto
exclusivo en nuestro ger-camp. Un señor mongol nos cantó algunas tradicionales
canciones mongolas con diferentes instrumentos. Pero más que la gran pericia
que mostró con el arpa, la guitarra de caballo y la flauta, lo que más nos
llamó la atención fue el sonido que emitía desde su bajo vientre, pasando por
su garganta y siendo convertido en diferentes tonalidades en base a la zona del
cuerpo que moviese o se golpease. ¡Imposible de describir, increíble!
Y así, nuestro tour llegó a su
fin tras 11 días de marcha. Para algunos podrían parecer muchos días, más
teniendo en cuenta las condiciones, y para otros, por el contrario, pocos. Pero
para nosotros estuvo ferpecto. Cada día era especial y único.
Sin duda alguna este país nos ha marcado muchísimo y que
guardamos con especial cariño. De la experiencia del tour nos llevamos los
lazos de amistad que creamos con nuestros compañeros, la guía y los conductores,
ya que nos enseñó que lo que lo hizó especial, irrepetible y memorable fuimos
las personas y nuestra actitud. Y, respecto a Mongolia, la sensación de libertad
e inmensidad que trasmite. Es increíble la belleza de su cielo, sus diferentes
y cambiantes paisajes y su cultura y tradiciones. No nos esperábamos que nos cautivase
de esa forma y menos que nos tuviese guardo semejante regalo, asique nos dejamos
conquistar. Para nosotros, realmente evoca sensación de infinidad, diversidad y
libertad.
De camino a la capital, mientras
comíamos, nos encontramos viendo la televisión (¿qué era eso?) justo cuando
daban las últimas nuevas. Al acabar de hablar sobre las poquitas reformas que
se estaban llevando a cabo en el gobierno mongol, le tocaba paso a un pequeño
apartado sobre las noticias del mundo. Sólo versaron sobre tres países: Irán,
Afganistán y, claro, ¡¡¡España!!!… Según las imágenes y lo que nos tradujo
Uurna, ¡España entera se estaba manifestando contra el gobierno! Más tarde unos
cuantos nos explicaríais las razones de aquella manifestación, que nos dejó
conmovidos, rabiosos e inquietos. ¿Qué está pasando, y qué no está pasando por
allí? Aysss… En el albergue volvimos a
coincidir todo el grupo, excepto Sergio, que ya se había adelantado rumbo a China.
Los demás gozamos de una última cena, rememorando las vivencias de lo que
parecía el último mes y que en realidad eran… tan frescas. Otra genial velada.
Claire y Alex materializaron estas vivencias en su blog, con un video muy divertido: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=h-188PjQnuc
Claire y Alex materializaron estas vivencias en su blog, con un video muy divertido: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=h-188PjQnuc
Tras aquellos días desaparecidos
en el corazón mongol, los ojos con los que mirábamos Ulaan-Baatar eran
diferentes. Después de vivenciar la cultura y de entender gracias a todas las
explicaciones y descripciones que habíamos recogido de nuestra experiencia con
los mongoles y con Uurna, se nos entremezclaban los diferentes puntos de vista
de la razón y el corazón al analizar y sentir aquella ciudad, y no podíamos
dejar de preguntarnos: ¿Qué va a ocurrir con la vida nómada?, ¿Con Mongolia?
Ellos elegirán el camino a seguir |