8 feb 2013

Burma-Thu ang e Chin!

Birmania nos regaló muchos encuentros, cargados de muchas conversaciones muy interesantes, con muchos viajeros.


En el trekking que hicimos conocimos a una pareja francesa, otra más, y es que estos franceses se deben de mover un montón ¡pues ya son unos cuaaantos los que llevamos conociendo! Ellos eran Cecilie y Gabriel, una psicóloga y un supervisor de la calidad de los trabajadores, que nos contaron cosas tan curiosas como que existe un hospital especial en París para los turistas (especialmente nipones) que se llevan tal chasco con la ciudad ¡que se les cruza algún cable! Igualmente, que debe haber mucha gente que cae en depresiones tras visitar India (esto ya lo habíamos oído), y cómo, en Francia se está dando un incremento enorme de los suicidios debido a la falta de trabajo y sus malas condiciones… ¡vamos, todo buenas noticias!

También conocimos allí a Yvone y Anette, dos mujeres con un espíritu muy jovial. Tras el día de trek, mientras cenábamos, charlamos sobre la forma de viajar y la búsqueda que, de una forma u otra, hay en esos viajes. La conversación derivó en que con la globalización los países se van asemejando tanto que algún día, incluso los más “exóticos” pasarán a ser tan “normales” como cualquier otro, y entonces el nuevo viaje se realizará para reconocer nuestro hogar.
Tema que trataríamos más adelante con Fujii-san, último miembro del grupo, en la vuelta a Kalaw, y es que a veces, deseamos visitar y conocer más lo que hay fuera de nuestro país que lo que tenemos a nuestro alrededor más cercano. Él ya había visitado Birmania tiempo atrás, 9 años exactamente y, para bien y/o para mal, nos contó que notaba el país muy cambiado. Este amabilísimo japonés más adelante nos daría la grandísima alegría de hacernos saber que nuestro paquete japonés enviado más de dos meses atrás no se había perdido por el camino como temíamos, sino que, celoso de nuestro viaje, decidió darse una pequeña gran vuelta por el mundo antes de llegar a puerto.

 
Antes de irnos de Kalaw, Mikel tuvo un ratito para conocer a Sohen, un joven iraní que vivía desde hacía muchos años en Canadá y que además de ser muy buena gente manejaba de fábula el Ukulele, pasando así un delicioso rato al ritmo de ¡Banana pancakes!

En Bagan conocimos a una pareja de franceses, ¡oootra! Con quienes compartimos amanecer, desayuno y una buena charla compartiendo info sobre varios países.
Cosas de “viajeros” y de la causalidad, que coincidimos en el mismo autobús que iba a Mandalay con Charlene y Windom, otra pareja francesa con los que ya habíamos coincidido en otro autobús… ¡el de Ulan Ude a Ulan Bator!, cruzando la frontera de Rusia y Mongolia. Compartimos mesa para la comida y taxi para la ida de la “estación de bus” hasta el centro de Mandalay, así nos pusimos al día de nuestros itinerarios después de Mongolia. Ellos visitaron China, Laos, Vietnam y Camboya. Compartimos información y nos dijeron que a ellos en Birmania, al hacer el cambio de moneda en el mercado negro les estafaron... y ya son ganas, ¿no? ¡Porque si hacemos el cambio con la gente local es para echarles un cable y que el gobierno no se lleve nada!
Con Ezequiel y Liesje, ya habíamos coincidido anteriormente, en el guesthouse de Bagan, pero hasta que nos encontramos en Mandalay no habíamos hecho más que saludarnos. Él es argentino y ella, pese a ser Belga, habla perfectamente el idioma, pues lleva en Argentina una buena temporaica. Ellos nos contaron sus experiencias de otros viajes, como cuando fueron a África, muy muy interesante. Además, nos pusieron al día de la situación en Argentina, y es que las cosas allí tampoco están para echar cohetes.

También conocimos a tres españoles que se alojaban en nuestro mismo guesthouse de Mandalay. Y no nos cansaremos de decirlo: ¡es un gustazo hablar castellano! Nacho y Lidia, son una pareja Valenciana que trabajan la temporada de verano en Mallorca y que disfrutan del medio año restante de vacaciones, al fin y al cabo, decían, se gastaban lo mismo de alquileres que viajando por el sudeste asiático, asique bien que lo disfrutaban, ¡a cuerpo de rey! Una manera muy peculiar de vivir y viajar a la vez. Se conocían al dedillo muchas zonas del sudeste y nos recomendaron varios lugares para visitar. Incluso nos dieron consejillos sobre el tema del submarinismo en esta zona, y es que según nos contaron, el agua está cada vez más caliente y el nivel va subiendo y subiendo, haciendo que mueran ciertas zonas que antes tenían mucha riqueza de vida marina.
A ellos se les unió Julio, de Tarragona, que se había quedado en paro y que al no encontrar trabajo en ningún lugar decidió coger sus ahorros y alejarse de aquella situación, tratar de buscar más oxígeno. Se le veía bastante preocupado y sin saber qué hacer a su regreso, pero mientras se estaba dando una oportunidad a sí mismo, o así lo entendimos nosotros al menos. Dos estilos de vida muy diferentes pero con un punto en común: viajar, descubrir nuevos horizontes.

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