Eran las 3 de la mañana cuando
llegamos a algún lugar de Bagan, tras un trayecto horrible cruzando los puertos
que sin dudad separan el infierno de la tierra. Pensábamos que llegaríamos más
tarde asique tras un paseo nocturno nos plantamos en el albergue, sin reserva
para esa noche, y claro, estaba petado. Dio la casualidad que dos chicas inglesas
llegaron sobre la misma hora y en nuestra misma situación. Hubo “suerte” y los
dueños nos ofrecieron una habitación triple que pudimos compartir para
descansar.
Ya como nuevos, y tras un
desayuno que nos haría perdonar al staff su jugada (banana pancakes, papaya y
aguacate por un tubo!!), dedicamos lo que restaba de día a organizarnos, ¡para
un mes! Estábamos un poco cansados de andar buscando alojamientos día sí día
también, asique preparamos una “hipótesis temporal” para andar más desahogados
con el tema alojamiento.
Nuestro albergue se encontraba en
la zona de Nyaung U, a unos cinco kilómetros de la mayoría de los templos y es
que con la bici no tardaríamos mucho en llegar hasta ellos. Con muchas ganas
volvimos a la carga con nuestro ¡“biciturismo”! Aunque esta vez fue entre
arenas movedizas y tuvimos que sudar la camiseta.
Bagán debió de ser la capital de
Birmania durante años, y los templos estaban dedicados al culto de la religión fuertemente
predominante, el budismo, de forma abrumadora.
Y es que menudo locurón! Había
templos aquí y allí, en todas partes. Más de 1200 templos han sobrevivido a
bombardeos y el paso del tiempo, y junto a las reconstruidos, suman más de
2.000, pero es que debió de haber ¡¡más de 4.000 templos!! Algunos más grandes
otros más pequeños, más elaborados o menos, unos eran pagodas otros estupas,
pero en todos y cada uno de ellos podías encontrar al menos un buda jajajajaa
Si madrugas o trasnochas puedes
adentrarte en zonas que están como perdidas en el tiempo y el espacio, como
esperando a que Indiana Jones o Lara Croft aparezcan por allí para descubrir
alguno de sus secretos.
Al pensar en el budismo tampoco
nos hacíamos a la idea de que hubiese lugares así, con semejante “ofrendas” a
su movimiento. Esto nos sorprendió, y mucho.
Es un lugar para dejarse estar,
para admirar en conjunto tanto como templo a templo… ¿Qué podríamos decir de
Bagan? Sobran as palabras… ¿O faltan?
Aun así, y siendo esta área tan
sagrada, el recinto tampoco se libraba de esa infinidad de tiendas que se
dedican a vender los mismos souvenirs ni de los “cazaviajeros”, siempre al
acecho. Pero es “lógico”, la de gente que visita estas tierras durante todo el
año debe de ser enorme.
Nos hicieron pagar una tasa por
estar en el complejo durante una semana (no hay de menor duración), y como tan
sólo estuvimos 4 días, decidimos regalar los pases al irnos (¡todo sea por que
el gobiernos no se lleve más dinero!), pero casi todo el mundo lo tenía ya
comprado y el que no lo tenía no se acababa de fiar de que fuese legal o no quisiésemos
dinero… Menos mal que justo antes de montar en el autobús nos encontramos con
un austriaco que los cogió con gusto y con el que, en muy poco tiempo, nos
pudimos enrollar bastante gracias a que dominaba el castellano.
Bagan es un lugar muy difícil de describir y fotografiar haciéndole honor...
Increible.
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