27 dic 2012

Novedades en navidades

Tras algún villancico, un vaso de leche y galleticas en la base del pino de navidad; el Olentzero parece que olió nuestra llamada y dejó caer unos cuantos regalos.
 
 
Tampoco se estiró mucho, pero menos es nada, asique nos encontramos nuestras ropas bien limpitas, planchadas y todo! ¡Y un regalo que nos viene como visado al pasaporte!, ¡además de una guía actualizada del sudeste asíatico! Este Olentzero ya se olía la que estabamos preparando y se anticipó por un par de días! Ya que, en efecto, nuestro viaje sigue por esos lares.

El 25 de diciembre, iba a ser un navidad diferente, ibamos a hacer una visita express al Taj Mahal, en Agra, pero nuestro tren se canceló, debido a la niebla, y tuvimos que coger otro un poco más tarde. Aún así hubieramos llegado a tiempo para visitarlo, pero, ¡oh! Tardamos casi 8 horas en hacer un trayecto que tan sólo eran unos 200 km (Delhi-Agra) asique pasamos una "divertidisima comida navideña": rodeados de gente, en un vagón que no cabía ni un alfiler y sin nada para llenar el buche! Pero eso sólo fue el principio de una navidad, muy diferente, que ya contaremos...

 
Mañana cogeremos nuestro vuelo a Yangon, Myanmar. Esperamos poder seguir actualizando el blog, ya que tenemos entendido que, como en China, existe censura. ¡Probaremos suerte y esperamos desarrollar las destrezas de hacker necesarias! 
 
Mientras tanto, queremos acabar el año con un mensaje muy positivo y con el que nos sentimos totalmente identificados. ¡ATRÉVETE A SOÑAR!
 
 
¡¡Feliz año nuevo!!
 
 
¡Seguiremos adelante!

Nihonjin nakama

 
Jamás olvidaremos cómo llegamos a Japón por mar, ni tampoco que fue junto a Nico y Armando. Este ferry nos dio la oportunidad de conocerles mejor, y comprobar que efectivamente hacían un “doblete” muy especial. Armanado, haciendo honor a su sangre italiana, es muy abierto y un apasionado de lo inesperado. Nico por su parte, más sereno y calmado, es más timido que su amigo. Tubimos mucho tiempo de charlar, nos contaron su aventura en las chinas y las famosas bicicletas, nos pusimos filosóficos al contarnos el porqué de nuestra aventura por el mundo, nos echamos unas risas, hicimos el friki (averiguando el secreto del porqué Doraemon es azul y no tiene orejas!) y todas esas cosas que hacen que las personas creemos lazos tan fuertes que hacen que cualquier distancia se haga pequeña.
Última "cena" en las calles de Kyoto
 
En uno de los albergues de Kyoto coincidimos con una pareja madrileña: Ángel y Lucía, que también estaban dando la vuelta al mundo, sólo que en dirección opuesta a la nuestra. Tan sólo compartimos un desayuno, pero nos mandamos nuestras mejores vibes para el resto del camino.
En nuestra primera noche de la semana railera, en Hiroshima, conocimos a Chihiro. Esta agradable nippa se abrió a nosotros de una forma increible para lo que suelen ser los japoneses a primeras, y gracias a esto pudimos plantearnos muchas reflexiones sobre Japón.

En el encantador albergue de Kanazawa tuvimos el gustazo de compartir la cena con Devin, Caito, Hana y Maiko, entre otras muchas personas, en una "Okonomiyaki Party" muy divertida. Devin y Caito, son una pareja estadounidense encantadora que estaban pasando sus vacaciones en el país del sol naciente. Antes de ir para allá estaban algo dudosos acerca de cómo serían recibidos en Japón, especialmente en Hiroshima, por las viejas rencillas entre países de origen. Cúan agradable fue su sorpresa desde el primer día hasta su despedida, estaban encantados con las gentes del país. Unas de sus vacaciones más agradables, por lo que nos contaron mientras nos insistían en que si pasabamos cerca de Pensylvania nos dejasemos caer por su casa. Fue un gustazo enorme conocerlos y seguir teniendo contacto.
 
Aunque en el albergue de Tokio coincidimos con mucha gente, no estrechamos lazos con nadie en particular.
Algo que nos llamó mucho la atención y que a día de hoy seguimos sin tener claro, es la falta de respuesta a nuestras propuesta en Couch surfing. Esperamos tener japonitos a raudales ofreciéndonos sus sofás, pero nuestra sorpresa fue que muy pocos respondieron a nuestras peticiones y sólo para, humildemente, excusarse. Así que nos quedamos con ganas de vivir más el Japón interior... ¡y de gastarnos menos perricas!

El espíritu japonés

El crisantemo y la espada
 

Dulzura, hospitalidad, servicialidad, belleza, atención, regocijo, entrega, armonía…
Honor, disciplina, respeto, buen hacer, constancia, concentración, confianza, rigor, fe…


Ensancha el corazón la forma en la que tratan, y se tratan, tan suave, atenta, profunda. La forma en la que se entregan al bienestar del otro. Su concepto de la belleza, tan sutil. El cuidado por el detalle que les da esa armonía y cómo vivencian todo esto desde un silencioso, pero vívido, regocijo.
Enaltece el alma su código del honor. La disciplina con la que realizan cada acción del día a día, con una constante concentración, muy presentes en el buen hacer de su obra, en dar lo mejor de sí mismos. Y cómo, a su vez, respetan al otro y tienen plena confianza en que éstos darán su mejor. Su fe en la vida. 



 

24 dic 2012

Presentes del sol naciente

Uyyy, ¡Qué de regalitos nos cayeron de los japoneses! Vaya gustazo cómo se adelantaron al Olentzero, ¡oye! Posiblemente se nos pase alguno, pero vamos a intentarlo:

El primero nos lo dieron un grupo de niños de primaria nada más llegar a Kyoto, que junto con su profesor nos pararon por la calle a fin de entrevistarnos y practicar su inglés. Nosotros con nuestra mejor sonrisa respondimos a sus escuetas preguntas. Tan agradecidos como son, nos obsequiaron con un sinfín de origamis de grullas y una carta de agradecimiento, o eso creemos que es, porque nuestro inglés es pachi-pacha, pero el japonés, es más pachá-que-pallá! Pero por lo menos un “muchísimas gracias” sí que entendimos :D

En uno de nuestros viajes en tren con el Shinkansen “Sakura”, de improviso, una señora se acercó y con una sonrisa de oreja a oreja nos dio un paquete. Mikel, que fue quién lo recibió, sorprendido, le preguntó que si era para nosotros, y la señora, haciendo una reverencia insistió hasta que lo cogimos. ¡Era un dulce hecho a base de alubia! Y por lo que nos comentarían más adelante, y por lo rico y sabroso que estaba, ¡era de muy buena calidad! Lo que más impresionados nos dejó fue que tan pronto cogimos el paquete y sin esperar un “arigatô” ni nada, la señora se fue por donde había venido. Un regalo, con todas sus letras, entrega desinteresada. Dômo arigatô gozaimashita.

Nada más desembarcar en la isla de Miyajima, dos preciosas grullas más se unieron a nosotros. Éstas estaban especialmente elaboradas y lucían unos colores y un diseño muy original. Al día siguiente, en Hiroshima, nos susurraron que querían unirse a la millonada de grullas que invitaban al vuelo bajo el monumento a Sadako, y allí las dejamos con todo nuestro amor.

En el albergue de Kanazawa, el Pongyi, cayeron unos pines y unas caligrafías personalizadas con nuestros nombres. Unas caligrafías muy peculiares pues están hechas con el sonido de los diferentes fonemas de nuestro nombre y representadas con el ideograma de algo que en japonés suene así. Mikel, o Mi Ke Ru, está compuesta por las ideas de Belleza, Precioso y Fluir de rio y Amaia, o A Ma Ai, por noséqué, nosécual y amor (si alguien leyendo esto maneja Nihongo, póngase en contacto para traducir los dos primeros kanjis, por favor, (¿qué pasa?, ¡ahora no lo tenemos a mano!)). Colaboraron entre varias personas para elegir los kanjis pero fue Hana, una chica que estaba aprendiendo castellano y que deseaba fuertemente visitar España, quien puso su mejor arte. ¡¡Domô!!

 Amaia                                                         Mikel
 
En Takayama, nos dejamos caer por una pequeñita frutería de barrio. Como único objetivo: las deliciosas manzanas de la prefectura de Nagano, sin embargo, la amable señora que conducía el local no nos dejó ir sin llenarnos la bolsa de suculentas mandarinas. ¡Gracias!
El Ryokan de Tsumago se encargó de que no olvidásemos nunca nuestro paso por su tradicional alojamiento. Para ello,  en nuestra mesa junto con el desyuno nos encontramos una sorpresa. Nos regalaron una especie de postal con una foto que nos “robaron” durante la cena y algunas imágenes más del pueblo y el ryokan. ¡Todo un detalle! Arigatô gozaimasu.


Asimismo, en el tren de camino a Nikko, un matrimonio nos invitó a chuparnos los dedos con unos dulces similares a los Mikado… sencillamente, un gustazo.
El regalo más surrealista nos llegó en el barrio tokiota de Harajuku, el barrio de las compras más estrafalarias y donde se reúnen todos los domingos los nipones más “modernos”. Pues bien,  nos metimos a un cajero para sacar dinero, con la pequeña peculiaridad de que éste ya tenía el dinero sacado. Sí, ¡esperándonos para que lo cogiéramos! Asique 10.000 yenes pá la saca, oséase, ¡unos 100 euros que nos vinieron como “dinero al bolsillo” para hacer unas compras sin remordimientos!
Pero el regalo más importante que nos dio Japón fue enraizar el amor. Más que una palabra, más que un sentimiento, una forma de vida, una forma de unión y de armonía con todo, con el mundo entero.

Cada día es el mayor regalo en sí mismo.

23 dic 2012

Madre Tierra

Una mágica tarde la dedicamos a viajar a través de la información que un museo tokiota había recopilado sobre nuestro planeta. Un viaje diferente que comprendía un sentimiento humano  y una visión científica de la evolución en la que nuestra Tierra se ha ido moviendo. Esta vez, el viaje se trataba más de escuchar, sentir, y reflexionar que de otra cosa, y que, nuevamente en este rico país, nos dio un plato muy contundente.
 

Ni siquiera se puede calcular en millones de años. Por más que se empeñen en buscarle una fecha de nacimiento, la Tierra lleva existiendo, creando vida y dando cobijo a todos los seres vivos que la han habitado y habitan, simplemente una eternidad. Reequilibrándose y adaptándose a cada nuevo cambio, ¡y es que la vida es puro cambio! Contrayéndose y expandiéndose en cada inhalación y exhalación, en cada bombeo de su corazón. Un planeta que está lleno de vida y en el que todos nosotros estamos llenos de vida, un planeta vivo lleno de seres vivos. Se entrega, nos regala lugares de increíble belleza con su sobrecogedora naturaleza. Nos acompaña en nuestro despertar cada día y nos arropa cada atardecer. Por más que nos creamos sus dueños ella es libre aunque sea nuestro hogar, y sea nuestro bien más preciado.
 
Pero no sabemos cuidarla. La ponemos cadenas, la explotamos, la contaminamos, la maltratamos… pensamos que es de nuestra propiedad, que es nuestro derecho hacer con ella lo que nos venga en gana. Sin ser conscientes de que cómo la cuidamos a ella es cómo nos cuidamos a nosotros mismos y cómo cuidamos su futuro es cómo cuidamos el porvenir de nuestras siguientes generaciones. Tierra y nosotros somos uno, todo lo que está en esta gran gota de agua está inseparablemente unido… pero parece que no lo acabamos de ver claro.
El agujero en la capa de ozono avanza haciendo que su manto de protección natural desaparezca y dejando entrar los rayos de sol cancerígenos. Un daño que ella sufre y nosotros también, por más que creemos antinaturales cremas protectoras solares o lo que haga falta para solventar los efectos de este y otros problemas. Los efectos, que no las causas.
 
Seguimos fabricando unas cantidades enormes de monóxido de carbono que corren libremente por todo el planeta, para darnos el lujazo de tener tantos transportes como deseemos y que contaminan nuestro aire, un aire (al igual que el agua) que corre libremente por todo el planeta, que de paso podemos decir que es nuestra alimentación pulmonar y celular.
 
Producimos más de lo que necesitamos (muchísimo más), manteniéndonos ocupados todo el día, sin tiempo para disfrutar, ni dedicárnoslo, y todo para generar semejante cantidad de basura que puede acabar transformando nuestro planeta en un grandísimo contenedor de desechos inorgánicos e “imbiodegradables”, en una gigantesca masa gris, grotesca y nauseabunda.

Seguimos talando árboles, desalojando seres vivos de su hogar. Rompiendo el equilibrio entre Co2 y Oxigeno, porque pese a haber programas de reforestación, no nos engañemos, éstos no llegan a los niveles de la desforestación que está sufriendo la Tierra y animales, basta observar la “Francia” que ha desaparecido del Amazonas.
 
Como unas de las múltiples desastrosas consecuencias, la biodiversidad está muriendo poco a poco, pero de forma definitiva, y un ancestral equilibrio sufriendo cambios a una velocidad antinatural.
 
¿Qué será de la tierra si las cosas continúan como hasta ahora? ¿Qué necesitamos para que nuestra conciencia cambie? Parece mentira que aún hoy en día, todos los estudios, todas las teorías, todos los avances y todas las alarmas se hagan mudas a nuestros oídos y que nuestros ojos miren en dirección opuesta. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. No hay mayor sordo que quién no quiere oír. No hay mayor inepto que el que no quiere saber.  
¿Qué será de la tierra si las cosas continúan como hasta ahora? ¿Qué necesitamos para que nuestra conciencia cambie? Parece mentira que aún hoy en día, todos los estudios, todas las teorías, todos los avances y todas las alarmas se hagan mudas a nuestros oídos y que nuestros ojos miren en dirección opuesta. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. No hay mayor sordo que quién no quiere oír. No hay mayor inepto que el que no quiere saber.  
 
Ojalá seamos capaces de ver lo que estamos haciendo, porque estamos enfermando a nuestro planeta de una forma muy sucia, miserable. Y con ello, nos estamos enfermando a nosotros mismos. Está en nuestras manos ser un ejemplo y enseñar la importancia del cuidado y respeto por los seres vivos y por la naturaleza, por nuestro planeta. A no verlo como algo ajeno a nosotros, sino como parte de “nuestro mundo”, y a amarlo.
Todos conformamos en "Adn de la vida"

No hablamos de volver a la edad antigua, sino de concienciarnos y utilizar nuestros recursos (habiéndolos hoy día más que eficientes) con cabeza, crear otros nuevos aún más eficientes y ecológicos y adaptarnos o reengancharnos a nuestro equilibrio con y para el planeta.
La Tierra...


Las ciudades, los pueblos, aquellos lugares que habitamos...



 
Los animales...

 

 

 Los rios...
 

Todos somos uno.
 

21 dic 2012

¡Rodeo clown yee ye!

Este más que un gozatiempos es un bobotiempos, y más que disfrutarlo lo sufrimos. En cualquier lugar, ciudad o país, este es un pierde tiempos que a menudo desespera y no queda otra que tomárselo a risa. ¿Quién no ha dado vueltas y vueltas sobre la misma zona para encontrar un cajero, tienda, restaurante, albergue, salida del metro o la calle que buscaba?  Pues a esto nosotros lo llamamos “Rodeo clown”, y el “ye-ye” es por ponerle el toque de humor extra al compás de la canción de Jack Johnson… jjajajajajaa
 

Como si de un “deja-vú” se tratase, sólo sabes que estás haciendo el payaso de rodeo, rodeo clown, una vez dentro del bucle, de las vueltas y vueltas sobre el mismo lugar. A veces, cuando las prisas apuran, resulta un tanto estresante, pero eso sí, viene muy bien para conocer la zona en profundidad, ¡con todo lujo de detalle, oye!

Mueve tu Tokio

Y tras tantas estaciones de tren y metro, salimos de las entrañas de la tierra para sorprender y dejarnos sorprender por… ¡Tokio!
¿Cómo definir Tokio? Bueno, probaremos hablando de sus colores, sus contrastes, sus luces, sus sombras… Pero su definición más remarcable, para nosotros, quizá sea, su continuo movimiento, ir y venir, Tokio no descansa ni de noche ni de día.

 
Esta vez, a diferencia de otros lugares nipones, los contrastes entre la naturaleza y la civilización conviven de forma, algo menos armónica, dándose su espacio, pero sin aunarse. Y más contrastes también en la cultura, con esa vertiente arraigada a las viejas tradiciones y esa pujante oleada que lleva al futuro de oriente, y, si nos permiten, de occidente. Una diferencia generacional que hace que no acaben de encajar completamente.


 
 
Es una ciudad de las que no puedes perderte, que invita a perderse, y en la que, sin embargo, es imposible perderse, aunque te puedes llegar a sentir perdido...  Como toda capital tiene sus puntos de locura, de quedarte alucinado con situaciones que no te parecen normales y que sin embargo pasan totalmente desapercibidas para los tokiotas, tiene momentos muy “Lost in Traslation” donde no entras dentro de esa vorágine, te puedes quedar aislado, y tiene una finísima cuerda en la que es muy fácil perder el equilibrio alejándote de la sociedad que tan fuertemente marca el ritmo.
 


Es la ciudad, meca, para los seguidores de alguno de los millones de mangas (comics) que este país imprime cada día, y de la cultura otaku (frikisss) en general, así como forofos de las últimas tecnologías. Tokio se mueve a la velocidad de la luz entre tantas culturas y movimientos que te puedes marear, hay lugar para todo lo imaginable e inimaginable, y para mucho más.



 
 
Tuvimos tiempo de visitar bastantes barrios, templos, jardines, rascacielos, mercados, museos…


Preparados, listos...
¡¡Shibu...YA!!
 
 Hasta nos dejamos caer en un roñoso ¡hoteles cápsula! Dormir en uno de éstos era imprescindible.


 El domingo por la mañana, sabiendo de los hábitos de los jóvenes que se disfrazan y maquillan de las formas más curiosas, modernas y/o estrafalarias, fuimos a su encuentro. Pero no encontramos a ninguno. En su lugar, resultó que había una celebración tradicional, que igualmente, de distinta forma, disfrutamos mucho de ella.
 


 
Sabíamos que las oficinas del gobierno acogían en una de sus plantas más elevadas un mirador gratuito, de modo que allí nos dirigimos en una tarde de lluvia incesante, pero pudimos hacer todo el recorrido por conexiones subterráneas, asique no nos mojamos ¡ni un pelo! Al llegar allí, nos llevamos una gran sorpresa al encontrarnos un gran número de vagabundos buscando cobijo justo bajo las torres del gobierno. Hay que decir que los indigentes en Japón son, en general, más educados que la mayoría de los letrados de nuestro país, y que no hacen “campamentos” salvo en las zonas de los parques que el propio gobierno les habilita… pero aun así nos llamó la atención que el gobierno no sólo les permitiese poner sus cartones, y sus paraguas (para tapar su vergüenza), sino que además les diesen allí mismo una pequeña cena en forma de arroz caliente con verduras.


 Uno de nuestros objetivos era visitar el madrugador y mayor mercado de pescado del mundo. La noche previa nos dispusimos a coger "habitación" en un McDonald´s 24 horas, a fin de ahorrarnos alojamiento y no tener que levantarnos a las 4 de la mañana. Pero resultó, que coincidía con el único día de cierre por limpieza en todos los establecimiento de la sede.



No llegamos a ver la entrada por la "alfombra roja" de los atunes, pero nos dimos un buen route para ver la cantidad de pescado y marisco que mueve este puerto. Y claro, después de ponernos los dientes tan largos, no pudimos sino entrar a uno de los establecimientos más cercanos a catar sushi de lo más fresquito. ¡Deeelicioso!


 
En el último atardecer que veríamos en el país de sol naciente (porque aquí Lorenzo también la casca) tuvimos un anfitrión especial que quería despedirse de nosotros: ¡Fuji-san! Que esta vez se dejó de timideces y nos encandiló con la sombra de su silueta, imponente, aún a tanta distancia.  

Y pasamos ésas últimas horas recordando cuántas cosas nos había aportado este precioso país, extasiados por la cantidad de respeto, armonía y paz que habíamos respirado y arraigado.
 
Sentimos que otra etapa del viaje había finalizado. Tokio nos regaló la visión de un futuro, en nuestras manos está cómo acogerlo. Una puerta de luz de colores nos invitaba a avanzar, a continuar nuestro camino hacia lo desconocido, ahora bajo el nombre de Nepal. Cruzamos el umbral, agradecidos por todo.