13 dic 2012

La antigua villa de Kanazawa

En Kanazawa nos alojamos en un albergue muy agradable dirigido por un par de mujeres con mucha salsa y amor a su labor. El local ocupado por el albergue, había sido hasta hacía un par de décadas una tradicional tienda de kimonos, por lo que su distribución era muy especial, y complicada de describir jajajaa pero nos resultó muy acogedora y espaciosamente muy bien aprovechada.
 
 
Dejar los bártulos, preparar los futones y a recorrer la ciudad, ¡con el diluvio y el frescor que había! Pero que poco nos duraron las quejas… siguiendo el curso del rio, fuimos internándonos en esta bella y tranquila ciudad de origen guerrero.

 
Para nuestra sorpresa nos encontramos con que los antiguos samuráis y sus familias fueron la mayor parte de la población del señorial sitio de Kanazawa. Un buen número de casas tradicionales, marcadas por el estatus al que pertenecía el samurái, conformaban la villa alrededor de la colina, donde se alzaba imponente el castillo.
El Shogun, señor entre todos los señores samurái, había nombrado un nuevo “Daimyo”, o señor menor, para aquella región y muchos de los samuráis de aquella época fueron a hacer de esta villa, su hogar. Debido a su posición, a caballo entre Kyoto y Edo (Tokio), Kanazawa era una importante fuente de guerreros a llamar a filas desde las grandes ciudades, grandes tropas podían desplazarse en pocos días de marcha hasta la capital si sus señores así lo ordenaban.

Apoyo desde la tierra

Protegiendo los árboles de sus intensas nevadas

 
Kanazawa aún conserva muchos de aquellos tradiconales hogares como antaño, con sumo respeto y cuidado. Incluso, hay descendientes de clanes que aún los habitan. Los vecinos están encantados y orgullosos de poder mostrar sus raíces a toda persona que se acerque con curiosidad, ofreciendo explicaciones y descripciones con sumo detalle, y gratis, claro.

 
Como Yuka, nuestra guía en el castillo, que a pesar del mal tiempo se ofreció a pasear con nosotros por los alrededores del castillo, mostrándonos cada detalle y curiosidad. En general, en Japón, hay un algo que invita a profundizar en las cosas, y paseando junto a Yuka, hablando, así lo hicimos. Con una atmósfera tan vívida, se puede sentir con facilidad otros tiempos.
 

Otro de sus barrios, evocaba directamente a la suavidad y hermosura de las geishas. Ellas y su arte eran muy valoradas y apreciadas; su canto, su baile o sencillamente la forma en la que servían el té hacían de las geishas un tesoro muy preciado y dulce compañía. Sus kimonos, su maquillaje, su forma de caminar… toda ella era en sí un espectáculo que pocos podrían darse el lujo de conocer y disfrutar. Esta zona rezumaba a una profunda intimidad.

La mañana del día siguiente la dedicamos a buscar un “7 eleven”, pequeño supermercado de barrio que encuentras por todas las esquinas menos cuando realmente lo necesitas. El caso es que en Japón, sólo podíamos sacar dinero en sus cajeros y en los del post office (oficina de correos), pero era domingo y este último estaba cerrado… bueno, esta es otra historia... Al tema, conseguimos el dinero y la comida, y llegamos justo a tiempo para coger el autobús que nos permitiría hacer una excursión por el precioso valle de Shirakawa.
Nuestras anfitrionas no tardaron nada en organizar una fiesta de Okonomiyakis (¡y ésta aún mejor!) en cuanto supieron que nos encontraríamos unos cuantos esa noche en la guesthouse. Llegamos tarde de la excursión para ayudar en la preparación de la cena, (extrañísimamente el bus vino con retraso), pero justo a tiempo para degustar las tortillas niponas recién "sacaditas del horno" que entre todos habían estado cocinando.
Nos encontramos con un gran número de personas, la mayoría japoneses y sólo una pareja más de extranjeros: Debin y Caito, una pareja estadounidense encantadora. ¡Lo pasamos estupendamente! Entre charla y charla, bebimos su licor de arroz: el sake… ¿o fue que entre sake y sake tuvimos las charlas? Que no son tan serios como a muchos les parecen, ¡y menos con bebida de por medio! Nos echamos unas risas enormes y aprendimos un montón de cosas nuevas.

2 comentarios:

  1. Sí sí, como Japón pocos sitios os encontraréis!! Aayy la de veces que lo echaréis de menos! Cada vez lo entiendo mejor, y no sólo por el chorrito culero! je je jj

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    1. Que bien lo sabes Itsa! Ya nos hemos acordado más de una vez, de su higiene, educación, comida, puntualidad, etc. Lo del chorrito... la verdad es que no lo ehcamos de menos! Pero sí la taza calefactada! ;)

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