10 dic 2012

Un grito mudo

A orillas del rio, un niño en dirección a la escuela se detiene, maravillado por una libélula posada en la veranda. Retirándose la gorra, se acerca para observarla con el mayor sigilo y suavidad que su entusiasmo le permite, cuando de repente…
 
 
8:15 a.m. del día 6 de agosto de 1945, un comunicado llega a las oficinas de los Estados Unidos de América. En él se detalla cómo el proyecto “Manhattan” se ha realizado con éxito sobre la ciudad de Hiroshima, ya que las condiciones atmosféricas eran favorables. La bomba nuclear que se ha desviado ligeramente de su objetivo principal, el puente central de la ciudad, ha efectuado un gran impacto que ha arrasado gran parte de la ciudad, provocando una gran nube en forma de seta, cubriendo por completo el cielo.”
Tras la lectura del informe detallado del acontecimiento Harry se levanta de su silla, se aleja paulatinamente de su oficina hasta llegar a los aseos. El espejo refleja su rostro, pero su rostro no refleja nada. Arroja agua fría y se limpia las manos. Vuelve la vista al frente e irradia una ligera y compelida sonrisa. –“Ya queda poco para que Japón se someta”. Se limita a decir.

Mientras, desde los pueblos cercanos a Hiroshima, sobresaltados por aquella  estremecedora detonación, miran aterrados aquella extraña nube que sobrevolaba la ciudad. ¿Qué habría sido aquel estallido, de dónde habría surgido aquella nube? Durante los últimos meses muchos aviones habían estado surcando los cielos, arrojando bombas de racimo, pero aquello, aquello era diferente.
En Hiroshima el caos rompió el silencio que la bomba había impuesto con su grito. Un manto negro cubría por completo el cielo azul y ocultaba todo rastro de luz . De golpe, una intensa corriente de aire abrasador había fulminado todo cuanto encontró a su paso, y el pánico fue el único testigo.

 
Una niña se encontraba a pocos kilómetros de la zona cero cuando la corriente de aire ardiente la alcanzó. Con mucha dificultad pudo llegar a casa, donde llamó a la puerta. Sentía mucho calor, como si el fuego la quemase la piel, se miró las manos y no veía fuego, sino piel desgarrándose. Con mucho dolor y apenas pudiendo caminar consiguió llegar a casa. Sus padres abrieron la puerta. Con el rostro  desencajado susurraron su nombre, parecía como si no la hubieran reconocido, ella con un hilo de voz pronunció sus nombres y sin más fuerzas se dejó caer. Su fin era llegar a casa, y así lo hizo.
 
Una madre esperaba a su hija en casa, no debería de tardar mucho en llegar, ya que el colegio habría cancelado las clases tras lo que creía había sido otro bombardeo.  Aquella mañana la niña no se sentía muy bien, pero ella  la había obligado a ir a estudiar. ¡Por un dolor de cabeza no se deja de ir al escuela!, aquellas últimas palabras que le dedicó a su pequeña se repetían una y otra vez en su cabeza.  Horas y horas pasaron hasta que finalmente alguien llamó a la puerta. Un oficial aguardaba para comunicarle lo ocurrido y que la gente podía ir a la zona del desastre por sí podía encontrar o reconocer alguna pertinencia de algún familiar. Pero ella no quería ir, su hija iba a volver, tenía que volver,  y ella debía estar allí, en casa, para recibirla a su llegada. Finalmente, y tras días sin noticias, se vio obligada a ir a la zona donde se encontraba el colegio. El lugar estaba totalmente irreconocible, ya no quedaban muros que sostuviesen el edificio, sólo escombros. Respiró profundamente con la esperanza de no hallar nada. Pero no pudo contener la emoción al ver aquella imagen. La realidad le devolvió a aquel momento. El mundo se le cayó encima y la esperanza se desvaneció de golpe, cuando vio que allí había una sandalia tirada. Reconoció que era la sandalia de su hija por la tela, ya que era de un antiguo kimono suyo. En aquel instante comprendió que su hija ya no volvería a casa nunca más. Asió fuertemente la sandalia contra su pecho, calló derrumbada y rompió a llorar.

 
En un instante la vida de millares de personas cambió sin pedir permiso y sin piedad. La ciudad de Hiroshima se vio envuelta en un caos de confusión y locura. Aquí y allí, en aquella ciudad reducida a la nada, yacían cuerpos deformados y miles de personas gritando y llorando, que hacían ver su dolor hasta llegar a hacer sentir cómo la vida se les escapaba en su desgarrado llanto. Y un sinfín de personas llegaban corriendo desde diferentes zonas con la ansiedad y el temor de encontrar a sus familiares entre los escombros, sin vida.

7 comentarios:

  1. Joder, se me han puesto los pelos de punta...
    Telita cómo está escrito y todo lo que sugiere/muestra.

    Todo un ejemplo de cómo somos los seres humanos, parece que sólo sabemos destruir, vamos. Pero aún sigo guardado esperanza y que no haya necesidad de este tipo de cosas para decir no a la maldad, guerra, etc

    P.D Curiosamente tengo una gruya amarilla que me ha regalado un compañero japonés. Curioso, curioso.

    Un fuerte abrazo, man. Y ya le di a Cristina de tu parte y de May :)

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    1. Nos alegra mucho que te haya llegado, Unai. Estamos seguros de que la experiencia de pasar por el museo de la paz de Hiroshima no te dejaría indiferente y que le sacarías mucho jugo.
      La esperanza llega en la siguiente entrada ;)

      Recibe un fuerte abrazo también de nuestra parte.
      Agur!

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  2. La verdad es que la visita a Hiroshima te hace mucho que pensar y reflexiinar... Para mi, Hiroshima antea de visitarla, era una ciudad que aparecia en los libros de historia, donde habia caido una bomba.... pero sin mas... Y una vez alli, ver la zona cero, el museo... Fue algo que realmente me marco y me dio mucho que reflexionar, y senti todo lo que habeis descrito en los post siguientes......

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    1. Por cierto.... Soy Olatz y creo q se ha duplicado mi comentario.... :)

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    2. jajajajaja Donti preocupari! Ya nos imaginabamos que era tú! Pero gracias por la aclaración.

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  3. La verdad es que la visita a Hiroshima te hace mucho que pensar y reflexiinar... Para mi, Hiroshima antea de visitarla, era una ciudad que aparecia en los libros de historia, donde habia caido una bomba.... pero sin mas... Y una vez alli, ver la zona cero, el museo... Fue algo que realmente me marco y me dio mucho que reflexionar, y senti todo lo que habeis descrito en los post siguientes......

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    1. Sí, el museo es muy contundente y dá una visión muy diferente del que los libros y las clases de historía dan. Aquí trata el tema muy cercanamente, con mucho sentimiento y contundencia. Te imbuye en aquella vivencia, te hace sentirlo por completo.

      Lo hemos intentado plasmar, pero realmente es estar allí, escuchar, ver y sentir lo que Hiroshima tiene para dar al mundo, que es muy grande!

      Un besazo muy grande Oltaz

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