18 dic 2012

La senda de Nagasendo

Esta fue una de nuestras paradas más especiales de la semana railera. La zona a la que nos dirigíamos fue la menos accesible y nos tomó algo más de tiempo y algún tren extra, pero el destino lo mereció. La ruta de Nagasendo es conocida hoy día por unir las tradicionales villas de Tsumago y Magome. Sin embargo, antiguamente era tan sólo un pequeño paso de montaña en la ruta más transitada entre las dos ciudades más importantes del Japón, Kyoto y Edo (Tokio).  
 

"Permíitámonos descubrir la importancia del nacimiento y la alegría de vivir"
Dimos un pequeño paseo por Tsumago que estaba muy bien conservado ya que fue el primer pueblo en el que el gobierno, muchos años atrás, apoyando su tradición y raíces, comenzara a invertir dinero y esfuerzo para su salvaguardia.


Cogimos un autobús dirección Magome para así poder recorrer esta medieval calzada desde allí, ¡primando así la cuesta abajo! Pero, no nos debimos de entendernos bien con el conductor, y nos bajamos varios kilómetros antes. Cuando nos dimos cuenta quisimos hacer autostop para empezar desde el inicio, pero nada, no hubo un solo coche que parara. Mientras hacíamos el idiota pulgar arriba,  nos dimos cuenta de que una tormenta se estaba formando y no tardaría mucho en descargar. Asique, ¡sí!, hicimos trampa y nos ahorramos una caminatilla.

 
Nada más adentrarnos en el bosque, vimos una señal, ¡cuidado con los osos!¡Toca la campana para ahuyentarlos! ¿Comorrrrrrl? En realidad ya lo sabíamos, pero se nos había... ¡vaya forma de recordárnoslo!
 
 
El paseo fue muy agradable. Una vez más los colores del otoño y la luz del sol hicieron de esta caminata un continuo festejo de luz y color, un deleite para la vista. Sus bosques eran penetrantes y profundos, tanto era así que te envolvían entre sus ramas para adentrarte a una época en donde los antiguos campesinos y samuráis recorrían este trayecto a fin de hacer comercio o llegar a tiempo a la llamada del Shogun.  
 
A medio camino nos encontramos una casa de descanso donde nos ofrecieron té, galletas, dulces, fruta… otro de esos lugares que están en el momento y el lugar prefecto. El hombre que llevaba el lugar era muy amable y servicial, nos contó que trataban de mantener aquel lugar como siglos atrás debían de encontrarlo quienes por allí pasasen, y vaya si lo conseguían...
 
Tras charlar un rato y descansar (la cuesta abajo también tiene lo suyo…) seguimos el camino y a medida que nos acercábamos a Tsumago, la tormenta fue cogiendo forma hasta llegar a caer la txaparrada del siglo. Menos mal que llevábamos a nuestro nuevo fichaje paragüil: Momiji-san, con nosotros. No nos salvó de empaparnos enteros ¡pero nos libró los pelos! Se estrenó como un héroe, bueno lo que pudo, porque la lluvia venía de lado y casi desde abajo también!
  
 
 Nuestro alojamiento esta vez no sería un albergue, ni una posada, ni un hostal… ¡esta vez nos daríamos un lujazo! Sería un Ryokan, el alojamiento tradicional japonés que cuenta con todos esos pequeños detalles que te transportan siglos atrás.

 
 A la llegada al Ryokan, y para volver a la vida, nos dimos un vivificador baño en el onsen especial hecho en madera de ciprés. Nos vestimos con los yukatas, pijamas de gala, y nos dejamos deleitar por una riquísima cena de la cocina más selecta de Japón: sopita de miso, vegetales en tenpura, pescadito fresco, abejas de tierra chamuscaditas (¡esto suena muy mal pero estaba bueno!), carne de ternera de la familia de Kobe (sí, de esas a las que dan masajes y sake, ponen música…)…

 
 
 Total, que nos sentimos en el paraíso. Antes de acostarnos, salimos a dar un paseo por las silenciosas calles de la villa, teniendo como único acompañante el eco que producían nuestras zapatillas de madera. Una experiencia inolvidable.
 


3 comentarios:

  1. mae mae!! mankantao la foto de los kakis! pero con lo del ryokan mantrao gula-gulosa y envidia, no muy sana, por cierto! estaríais como reyes!! y habéis conseguido que nos imaginemos cómo podrían ser vuestros homólogos nipones!! je je

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    1. Ahh! y lo de la campana no he acabado de entenderlo? es para rogar a los dioses o más bien porque los osos de ese entorno tienen algún trauma con su sonido?? aún así yo me habría hecho cakita sólo con el cartel!!

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    2. Hombre pues lo de los osos, si que Amaia se emparanoió un poco, menos mal que a medio camino nos encontramos con más gente y iba unos pasos más atrás!! Y lo de la campana será por trauma o alguna asociación de batidas para alejarlos o así??no?

      El Ryokan fue un lujazó y nos sentimos como verdaderos japonitos!

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