9 sept 2012

¡Moskis con Moscú!

Olvidamos comentar que antes de aterrizar en Rusia dimos de alta nuestro seguro de viaje y nos registramos todos los datos del trip en el “Registro del viajero” del Ministerio… por si las moscas.

¡Ahora sí, aterrizaje en el corazón de Rusia!

¡Sí! Habíamos llegado a la capital rusa, así lo señalaban con ahínco las Matrioskas, esas muñequitas que se parten caja y aparece otra muñequita en su interior y suma y sigue, a veces hasta encontrarte con poco más que una diminuta semillita.
 
 
Nuestros pasos nos llevaron directamente hacia el Kremlin, queríamos ver cuanto antes la Plaza roja, la catedral de San Basilio… Y tras un par un de trasbordos en el metro, disfrutando de unas estaciones muy ornamentadas, con lámparas colgantes de cristal, mosaicos y demás, llegamos allí.


El primer vistazo a la catedral fue mágico, es uno de esos lugares tan representativos de un lugar que aparecen en tantísimos sitios y que tantas ganas tienes de conocer. A paso ligero entramos dentro de la Plaza roja (tras cruzarnos con Deepak Chopra) y nos llevamos un par de sorpresas: 1- Más de la mitad de la plaza estaba ocupada por estrados, bancos y tarimas con motivo de la próxima celebración de la fiesta nacional, que reúne a tropas de todo el mundo desfilando a la luz de fuegos artificiales, bajo la mirada de la catedral, el mausoleo de Lenin y…


 
2- Las galerías más fashion que se puedan imaginar encontrar… especialmente en, ¡la Plaza roja! El Gum, uno de los centros comerciales más grandes del mundo, construido en época soviética y después privatizado, pasando a ocuparse por las más elitistas y lujosas marcas. No dábamos crédito, ¿cómo, en pleno corazón del comunismo encontrábamos semejante edificio lleno de las marcas más exclusivas? ¿Comunismo o consumismo?
 


Nos encontramos con una atracción turística muy poco convencional, eran los militares haciendo cambio de guardia en frente al monumento en honor a los caídos. Creímos tener “suerte” de ver el espectáculo, pero lo hacían cada media hora. De todas formas, nos dio la impresión de que los militares, la mayoría jóvenes, no tenían la férrea disciplina de los ingleses, por ejemplo.
 




Al anochecer quedamos con nuestros couchsurferos, nuestros anfitriones, vaya. Couchsurfing es una plataforma o red social donde las personas de cada rincón de mundo ofertan y/o demandan un sofá (o cama, o suelo) para dormir. Es una experiencia muy enriquecedora, tanto para el anfitrión como para el huésped. Por un lado, el anfitrión que de forma altruista acoge a alguien en su hogar, abre las puertas al mundo, ya que quien entra por la puerta trae conocimientos de otros lugares y culturas, por eso creemos que el anfitrión, además de recibir una enorme gratitud por su abrigo, de alguna forma, también viaja, aun sin salir de casa. Por otra parte, el huésped, además de alojarse bajo techo gratis, tiene un contacto directo con la gente local, aprendiendo una barbaridad de cosas que de otra forma, muy probablemente no hubiese conocido. Y lo más importante, cabe la posibilidad, de que surja una bonita amistad.
Y pensar que todo surgió por un par de surfistas australianos que quisieron tener una pequeña red de sofás a lo largo de su costa para moverse en busca de olas de forma barata… Nos parece que es un proyecto realmente precioso.


Centrándonos en nuestra primera experiencia. Nos acogió una pareja, Aidan y Marina, que se conocieron cuando Aidan acogió vía couchsurfing a Marina en España hace más de 2 años, y juntos se trasladaron a Moscú. Aidan hablaba muy bien en castellano y con Marina y otra amiga de Marina, Vera, hablamos en inglés. Nos dejaron un mapa del centro de Moscú (difícil de conseguir sin pagar), nos regalaron una guía del transiberiano que otros huéspedes habían olvidado y que nos vino como anillo al dedo. Junto con las cervezas que llevamos y la riquísima cena que nos prepararon, pudimos conocernos, charlar y pasar un buen rato antes de acostarnos. Estamos muy agradecidos por su hospitalidad.


Había que pagar más para poder sacar fotos del interior de la catedral que por la propia entrada, éstas son una exclusiva de nuestras fotos robadas. jijijijiji. ¡Paparazzi!






Nos encontramos con una pareja de amigas españolas con las que estuvimos un buen rato charlando y sacandonos fotos. Como mucha más gente en el camino, nos desearon lo mejor para nuestro viaje. Es muy bonita la sensación y es de agadecer enormente los buenisimos deseos que nacen de estas personas, que apenas conocemos, pero que sientes que te hablan de corazón. Y es increíble, cómo cuando viajamos, estamos mucho más abiertos a las personas.


Al día siguiente nos alojamos en un albergue en el que no nos sentimos muy agusto. Pero aprovechamos a realizar la compra de nuestros billetes de tren. Después de un rato mirando las opciones que teníamos, decidimos coger la más sencilla, económica y la que nos aseguraba un “txokito” en el tren, ya que pasaríamos bastantes horas… y días en él. El txokito en concreto, lo fichamos en el tren que de hecho nos llevó a Moscú. En ese trayecto tuvimos nuestra primera experiencia en 3ª clase… ¡y nos encantó! Son vagones sin compartimentos, donde nos apiñamos 54 personas. La distribución de cada vagón es de, por cada ventana 3 literas dobles, dos a un lado, en perpendicular a lo largo del tren y la otra en la ventana del lado contrario, de forma paralela al pasillo. Y este último era nuestro “txokito”, que nos permitía tener la cama de abajo, en forma de cama o mesa, sin estar pendiente del que estuviera en esa cama.
 
 
Nuestro tren de Moscú saldría a las 13:05 del día 25 de agosto, y llegaríamos a Irkutsk a las 9:25 del día 29 de agosto. ¡Pasando por 5 cambios de husos horarios, y recorriendo la nada de 5.200 y pico kilómetros!


2 comentarios:

  1. Esto va muy rapido no pensais quedaros en algun sitio un poquito mas de tiempo. besos aran

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    1. Arantxa!
      Pues muy rápido tampoco te creas que iba el tren jajajajajjajaa
      Pensabamos visitar Vladimir, Suzdal y Kazan, al menos, pero la falta de plazas en 3ªºclase, el precio de los billetes restantes, la cantidad de transbordos y sus horarios y demás hizo que decidiesemos tirr millas a base de bien. Esperamos quedarnos más tiempo en algun sitio, sí, porque eso significará que nos estamos gastando poco o que estamos ganando dinero y que además estamos muy muy muy agustito! veremos, veremos, pero lo nuestro ahora es el nomadeo, que para algo estamos en Mongolia! jajajajajja
      Un abrazo y un besote de los dos!

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