Bueeeno, último destino europeo,
dejamos para el final la capital y supuesto corazón de Europa.
Fuimos directos a presentarles nuestros "respetos" al Manneken pis... bueno, a eso, y a por unos de sus gofres, claro.
Un
bonito pero efímero trabajo, ¡la cantidad y cantidad de flores que cortarían
para realizar semejante alfombra! Dicen que la diferencia entre un hombre
occidental y un hombre oriental está en que el hombre occidental arranca la
flor para mirarla, y el oriental se para a mirar la flor y la respeta en su
naturaleza.
Por
cierto, si alguna vez queréis quedar con alguien en Bruselas no lo hagáis en esta
plaza, y menos en estas fechas, sería como buscar… ¡una Marty en un pajar!
Recorrimos sus calles gracias al
mapa donde no sólo nos indicaba los sitios turísticos, sino que también nos
marcaban los Wall Comics.
¡Adoska sale por la tele! |
Nos acercamos hasta la comisión
europea, a la que denominan “el corazón de Europa”, esta, edificación gris e
impersonal donde las haya, se encontraba a las afueras de la ciudad. ¡Qué
irónico! Pero para más colmo, ¡nos la encontramos en obras! Entre vallas y
vallas contenedoras. Un corazón fuera de su lugar y en medio de una operación,
entre hierros… curiosa analogía de la situación cardíaca que vive Europa, sí.
Una estatua en frente de la comisión hacía referencia al simbolismo de la confianza ciega que debemos depositar en nuestros representantes políticos, mostrando a un hombre pleno de fe, dando un paso al vacío… ejem, lo dejamos ahí.
¡Apea el carro que me bajo! |
Seguramente sea el Atomium uno de los simbolos de Bélgica, pese a su supuesta reforma, estaba de lo más desfasadas, pues eran de la expo 58, y sólo se tenía acceso a dos de sus esferas (¡estando las otras al alquiler!). Para nosotros, por dentro deja mucho que desear y la cola para subir era interminable. ¡Aunque tiene unas bonitas vistas del Minieurope!
El último día nos lo dedicamos a
re-recorrer el viejo continente en el famoso Mini-Europe. Había llegado el día
de dar el salto hacia Rusia, como ya os escribimos en la entrada “Agur Europa”,
y para nosotros empezaba entonces la aventura.
Era un paso muy importante que
marcaría un punto de inflexión. Europa había sido nuestra “puesta a punto”;
haciéndonos a las mochilas, al ritmo, y sobre todo a sentirnos a nosotros
mismos como ya explicamos.
¡Más de ocho años juntos y aún
seguimos puliéndonos para encajar mejor nuestras piezas! Vaya puzzle estamos
hechos… Pero viajando, adaptándonos a cada paso del camino a sus diferentes
calzadas y panoramas, siempre cambiantes, hemos comprendido que igualmente
nosotros también estamos (¡y deseamos seguir estando!) en un continuo cambio,
en una continua transformación.
Entendemos que hay que adecuarse
a las circunstancias tanto del entorno como nuestras, individuales y de pareja.
Cuando se está abierto al cambio, a nuevas posibilidades, a crecer y no a encasillarse
o encuadrarse en ninguna idea preestablecida; en definitiva, cuando se está
abierto al mundo, el mundo se abre a ti, y te llena con todas sus
posibilidades. Las cosas fluyen por sí solas cuando estamos preparados para
aceptarlas. Aceptando que está en nuestra mano, y no en manos ajenas, los cambios
que hay que dar para que una relación, del tipo que sea, se mantenga sana.
¡Regreso al futuro! |