Amberes nos sorprendió con su
orgullo. Orgullosas banderas de la ciudad, nacionales, incluso de los países
vecinos, (y no tan vecinos) las de la unión europea y, especialmente, banderas del
movimiento orgullo gay, que hondeaban en los balcones de las casa de todo el
centro de la ciudad, con el emblema de “El orgullo de Amberes”.
Un corazón formado por señales de prohibición nos dió la bienvenida. No llegamos a entender su significado, si bien pensamos que éste estaría relacionado con el tema de la homofobia, pues las señales son de censura y en buen número, de cosas que, a unos o a otros, alegran la vida.
La zona más bonita fue la de la catedral, donde resaltaba una escultura en honor a los obreros que la construyeron y la plaza principal, dónde el Ayuntamiento mostraba banderas de todo el mundo, incluyendo la bandera que creemos, representa a todo el mundo.
Quizás, si lo que defendiésemos fuesen valores y no telares, nos daríamos cuenta de que somos uno.
Nos despedimos de Amberes dándole la mano y nos hicimos con una hermosa embarcación, construida por niños de cada rincón del planeta, para llegar por agua hasta los canales de Brujas.
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