A mitad de camino hacia nuestro siguiente destino:
Heidelberg en Alemanía, hicimos una pequeña escala en un pequeño pueblo llamado
Würzburg.
Tras un breve paseo a orillas del rio que nutre al pueblo, y
con el castillo como telón de fondo, no pudimos sino unirnos a las personas
que, gozosas, charlaban mientras comían sentados en los bancos del paseo. Así
que simplemente disfrutamos de nuestra comida de lujo: bocatas y ensalada, del
supermercado (una vez más).
Con algo de tiempo hasta la salida de nuestro siguiente
tren, hicimos una incursión por la villa. Por si acaso no nos habíamos relajado
lo suficiente, encontramos, en los jardines de un palacio, el lugar idóneo para
hacer lo que más nos gusta: dedicarnos tiempo a nosotros mismos.
La visita fue fugaz, y un par de horas después, ya volviamos a apear nuestros traseros al son del tracatrá del tren. El tracatra del tren, el tracatra del tren…
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