Se nos había acabado el interrail
y empezábamos a comprar billetes en las taquillas, y nos debió de hacer gracia
la cosa, ya que repetimos la experiencia de comprarlos.
¡Si! Llegamos al tren con tiempo
de sobra, pero justo 5 minutos antes de que el tren saliera, Amaia se dio
cuenta de que se había dejado las gafas de sol en la estación. Hubo un momento
tenso de si ir a por ellas o no, cuando por fin, decidió ir corriendo con la
esperanza de volver a tiempo. Si no hubiera sido porque salió corriendo en la
dirección opuesta y por la señora que, sentada en el lugar donde las gafas
debían estar añorando a Amaia, y su aparente “no entender”, hubiera llegado a
tiempo a coger el tren. Gracias a la inocencia de su hijo, conseguímos las
gafas, porque le insistió a la madre de que la preguntaba por las gafas que
minutos antes, triunfante, se había guardado en el bolso. Asique la señora con
cierto pudor y pena, aludida por fin las devolvió.
¡Perdimos ese tren delante de los morros! Aún así llegamos a tiempo para abrir las puertas de Gante.
What can we do... |
...with a drunken sailor!? |
Ya en Gante, el tranvía nos dejó
lo más cerca posible de nuestro albergue, en una plaza que más adelante
bautizaríamos como “La plaza de la vida”, ya que se puede leer en un grabado
que cada vez que nace un niño en la ciudad, las farolas que rodean la plaza se
iluminan intermitentemente, dándole así la bienvenida.
"Plaza de la Vida" |
¡Tuvimos la gran suerte de ser testigos de semejante milagro! Eufóricos, entre aplausos, le dimos la bienvenida. Nos pareció una idea genial y llena de simbolismo.
"Árbol de la Vida" |
Esto es... |
Vida! |
La zona principal se concentraba
alrededor del canal, dónde había mucho ambiente, ya que prácticamente era allí donde la gente se apiñaba a descansar y era uno de los lugares más visitados por los turistas. Esta zona se encontraba abrazada por el castillo y por la catedral.
Había una oferta en nuestro albergue, que daba la oportunidad de degustar 6 de las principales cervezas bélgas, y estuvimos a punto de apuntarnos, pero eso fue antes de que, tras tomar una Leffe tostada en el río, recordasemos que no estamos hechos para el alcohol.
Amplia gama! |
Investigando dimos con un pasaje
oscuro que emitía sonido raros cuando te acercabas. Una vez dentro se activaban
las luces de neón, resaltando el grafiti que escondía. Los diferentes juegos con
las luces daban al graff distintas sensaciones.
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