La idea original era tirar desde
Chiang Mai de vuelta a Bangkok, parando en Ayutthaya, y después de unos días
bajar a las islitas, claro que también habíamos pensado en llegar aquí desde
Chiang Rai… nos habían hablado muy bien de Pai, algo más al norte y cómo
también merecía seguir algo más lejos hasta un parque natural, peeero…
Encontramos un ofertón para cruzarnos el país de punta norte a punta sur en
avión, y claro, con las postales de las islas del sur que nos venden, ¿¡Qué
íbamos a hacer!?
Nada más aterrizar en Hat Yai,
con un temporal de lluvia de órdago, vimos como una inteligente agencia de
viajes estaba a la caza y captura de los guiris, y nosotros bien que lo
agradecimos porque así pudimos llegar el mismo día a nuestro primer paraíso
isleño: Koh Lipe. Nos vendieron un billete de minibús hasta el puerto y de allí
iríamos en lancha hasta la isla. Lo más gracioso fue que al llegar, nos dejaron
en otro bote-embarcadero, en el que tuvimos que pagar una tasa y otro barquito para
que nos acercara… ¡20 metros! hasta la orilla. Eso sí, había más guiris
esperando turno para arribar a tierra, de modo que al barquero ¡le falto poco
para darnos una patada y echarnos al agua cuando aún cubría! jajajajajaja
-¡Si lo sé no te pago! dijo la tortuga ninja armada con la chancla-shuriken |
Los días restantes tuvimos tiempo
de sobra para tostarnos al sol, dar paseos y conocer cada rinconcito de la isla
que no es muy grande, aunque tampoco pequeña… ¡mira que gráficos somos, oye!
Koh Lipe tiene un ambiente muy majo y tranquilo, una buena mezcla entre la
tranquilidad de bastante turismo adulto y en familia y la frescura de muchos
locales “laid-back” para los jóvenes. Aunque es un destino que hasta hace pocos
años no se oía más que en susurros, hoy día está bastante explotado lo cual
queda patente especialmente en los precio-encerronas. Hay quien dice que es la
futura Koh Phi Phi, y que aún la van a estrujar mucho más… sería una auténtica
lástima porque de hecho ya se ven demasiadas malas huellas del ser humano, como
basureros, canales fecales etc.
Pero vamos con uno de los motivos
principales que hacen de este pedacito de tierra un lugar tan codiciado. Allá
donde te metas al mar de Andamán en cualquiera de las playas de la isla
encontrarás una preciosa zona para hacer snorkel y bien cerca hay también
lugares de fama mundial para la práctica del buceo. Hay, pues, muchísimos clubs
de buceo con los que hacer inmersiones o hacer cursos de submarinismo.
Mikel, estaba decidido a hacer el
curso, estuvo dando la barrila y haciendo cábalas desde Vietnam, pero por
muchas cábalas que hagamos al final las cosas salen como han de salir. Llegó el
momento de preguntar precios y hacer preguntas, hasta dar con la decisión que
mejor sintiésemos. Hacer un bautismo, ver cómo responden los oídos a 12 metros y
después si acaso seguir. No era la primera vez que hacía submarinismo (vamos,
que de bautismo ná de ná) y los oídos ya le habían dado guerrilla antes asique decidimos
que era mejor precaver que curar… en oídos y en cartera. Y en efecto, un oído
se empeñó en dar guerra de modo que, sintiéndolo mucho, pero habiéndola gozado
a base de bien en ese increíble mundo azul, dejó a las morenas y demás fauna en
las profundidades, al menos por un tiempo.
Y hablando de oídos, supimos de unas
gafas de submarinismo que tienen adjuntadas una cápsulas “cubreorejas” estancas
para la gente que tiene problemas de oídos, como el caso de Amaia, que está
operada del oído… aunque ni con esas gafas le iban a dejar hacer el curso,
puesto que es una contraindicación estar operada y precisaba justificante
médico.
Entre paseo y paseo por la isla,
dimos con algunos carteles que hicieron las delicias para la tranquilidad de
Amaia, eso sí, si llega a ocurrir algo, Amaia y sus rutas de escape preferentes
nos hubiésemos salvado a todos. Jajajajjaa No, lo que realmente nos quitó el
sueño, y esto no es broma, fue tener como vecina a la reencarnación de Gollum,
literal, con sus macabros monólogos en plena noche... ¡Acojonante!
Hay que decir, que al estar en el
punto más cercano al ecuador de nuestro viaje, a nosotros también se nos iba un
poco la cabeza, cómo agradecíamos las repentinas tormentas de “verano” ¡Y es
que hay que ver cómo cae fuego en estas latitudes! Por cierto que, hablando de
latitudes, a las noches, pudimos comprobar como estrellas desconocidas para
nuestro cielo nocturno natal hacían su galante paseo… y, hablando de
espectáculos nocturnos, debemos mencionar también los hipnóticos malabares de
aquellos que con el fuego como aliado hacían nuestras maravillas. ¡Qué belleza!
Lo que más nos gusto de la isla,
fueron sus arrecifes, claro. Las aguas son totalmente cristalinas y puedes ver muchísima vida a buena profundidad simplemente prestando atención. Algo de snorkel hicimos y entre chapuzón y
chapuzón dimos con un pequeño arrecife en el que con poca historia tuvimos para
mucho rato. Allí encontramos a Nemo y conocimos a su aventurero padre, que
recorrió los mares hasta dar con su paradero, ¡con lo fácil que nos resultó a
nosotros encontrarle! Vaya gozada.
Con las mochilas bailando de aquí
para allá entre los brazos de los piratas de las embarcaciones en las que nos
alistamos, nos dirigimos a toda vela a por nuestro siguiente tesoro: ¡Koh
Lanta!
Hola chicos creo que como empecéis a poner este tipo de fotos tan bonitas donde se os ve tan relajaditos voy a cogeros maniaaaaaaa.
ResponderEliminarPero que envidiaaaaaa.
Besos chicos y que es eso de que os prometisteis en un atardecer?
arantza
jajajajaja
EliminarYa ves... sorpresas te da la vida... la vida te da sorpresas!! jajajajaa