21 nov 2012

Aprendiendo a mirar

Eran pocas etiquetas ¡y parió la abuela!
 
 
Hemos pensado que es interesante que vayamos escribiendo nuestro pensamientos y sentimientos a lo largo del viaje. Porque hemos ido notando que muchas ideas han ido madurando o cambiando durante los últimos meses. También el país en el que estamos hace que reaccionemos y vivamos nuestra "vida traveler" de una forma u otra.
 
 
9/10/2012 
“Quien vive ve, pero quien viaja ve más”. Proverbio árabe.
                                      Se puede vivir la vida de un sinfín de formas.                                               Con más o menos experiencias la vida pasa, pero no igual.
A menudo nos hemos visto algo apenados preguntándonos cómo hemos podido dejar pasar tantas experiencias en nuestro día a día. Cenas con amigos que se posponen hasta el infinito, una escapada al monte con tu tío, comidas familiares, compartir unas cervezas o algo con gente que hace tiempo que no ves… Todas aquellas situaciones que creemos estarán ahí, esperándonos, hasta que decidamos llevarlas a cabo.
En el día a día fueron tantas las veces que tuvimos a la familia, los amigos, los lugares que queríamos visitar y las cosas que queríamos hacer tan cerca y tan lejos.
Quizá nos absorba tanto nuestros quehaceres y nos creamos tan ocupados que no nos damos cuenta de que las oportunidades y el tiempo corren, y quizá no vuelvan. Lo que sí nos damos cuenta, y en lo que parece que más gente coincide, es que parezaca ue los años pasasen más rápidamente. Aun así, seguimos insensibles a ello.
Este viaje nos está ayudando a ver esto con más claridad. A aprovechar, o procurarlo al menos, el momento que tenemos y que podemos compartir con nuestros amigos viajeros o con los lugares que estamos visitando porque, tal vez, no los volvamos a ver.
La paradoja es que viajando, la estabilidad de estar en el hogar, de conocer tu entorno y estar con los amigos o familia desaparece, por lo que resultaría más sencillo y cómodo hacerlo cuando se está en casa. Al vivir de esta forma e intentar aprovechar esas situaciones, todo pasa aún más rápido, pero deja un sabor, un color y no esa melancolía de ese “me gustaría” o “hubiera estado bien”.
Desde aquí, la sensación es de no saber cuáles son las prioridades, que las circunstancias externas, como ver la tele, el mal tiempo, el trabajo, la sensación de cansancio, la pereza… hace que restemos importancia y desvaloremos el momento presente y las personas que nos rodean. Como si fuésemos dueños del tiempo y estuviese en nuestra mano pararlo en el momento que nosotros decidamos, como si no nos quisiésemos quitar las vendas de los ojos, para no ver que la vida se pasa y los momentos también. Hay miles de trenes pasando, pero hay que decidirse a cogerlos, porque puede que llegue el día en el que nos demos cuenta de que llevábamos tiempo esperando un tren que, sin querer, dejamos marchar y que era el último.
 

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