22 nov 2012

Navegando por el Rio Li

Cerca de las 2 de la mañana llegamos a Guilin. En la recepción del albergue no quedaba nadie más que el de mantenimiento, que muy amablemente nos dio una nota que el staff había dejado para nosotros, junto a  las llaves de nuestra habitación. Ya por la mañana hicimos el check-in, con la suerte de que por aquellas fechas y debido al poco turismo que había, nos hacían un 3x2, 3 noches por el precio de 2, sencillamente ¡genial!
Cerca de nuestro albergue había un restaurante de comida española, así que miramos los platos… pero no había nada de jamón, tortilla de patata… Hablamos largo y tendido con el amigo del dueño, que este sí que era español, y nos dio unas recomendaciones y consejillos acerca de qué visitar por la zona ya que había ejercido de guía en esta zona. No teníamos muy claro qué ver, andábamos algo indecisos porque nuestra estancia por esta zona iba haber sido bastante larga debido la cantidad de sitios a visitar pero como ya dijimos, el tiempo se nos había echado encima con la decisión de no hacer una doble entrada, y teníamos que decantarnos… ¡todo no lo podíamos ver!
 
Guilin, fue, esencialmente nuestro campamento base para reorganizar nuestras visitas a la zona, y descansar, pero también tuvimos tiempo de ver algo de la ciudad. El enclave era impresionante, pero era sólo el aperitivo de lo que nos esperaba en la zona del rio Li. Ya se empezaban a ver aquellas colinas que nos recordaban a la serie de “Dragoi Bola”, pero debido a la bruma (o contaminación) no se veía más lejos que lo que teníamos enfrente. Desde la vista más alta de la ciudad, la cima de “la colina de la belleza solitaria”, se podía apreciar el escaso respeto que le habían dado al entorno natural, una aberración que nos llegó a doler.


Regateando al estilo chino nos hicimos con un “semitour” para ir hasta Yangshuo, que incluía un descenso en barquita por el rio viendo las impresionantes colinas… Si bien la “bruma” no era tan abundante, no pudimos apreciar los tonos verdosos de la vegetación. Eso sí, había una atmósfera muy curiosa, y las colinas parecían esconderse entre los jirones de niebla. En el bus coincidimos con una pareja vasca muy sorprendida al oírnos hablar en euskera, pensaban que se estaban volviendo tarumbas.



 
El resto de camino hasta llegar a Yangshuo se hizo muy ameno. Estuvimos hablando de la situación de españa y de lo que sucedió en la manifestación de septiembre que tan inquietos nos dejó. También intercambiamos info sobre nuestras rutas por china ya que estábamos haciendo el mismo itinerario pero en dirección opuesta.
Yangshuo era un enorme pueblo turístico, con muy poco que ver a excepción de su ambiente nocturno, pero en cuanto alquilamos nuestras bicis y salimos a disfrutar de su verdadero tesoro: su ubicación, disfrutamos de un día memorable.
¡Eso sí! con mascarillas. Ya era hora de hacer ejercicio, y como teníamos horas de gimnasia pendientes, ¡decidimos darle caña al body! Apenas salir del asfalto vimos la pendiente que nos esperaba, y a poco estuvimos de dar la media vuelta. La fuerza nos la dio el pensar que ¡luego tocaba la bajada!
 

Nuestra primera parada fue Shangri-La, una paradisiaca zona rural convertida hoy en toda una atracción turística. Apunto estuvimos de dar media vuelta cuando descubrimos esto y vimos el precio de su entrada, una vez más, salida de contexto… en un país donde comer, dormir y moverte sale tan barato… Pero entramos, tras 17 km de cuesta arriba necesitábamos descansar y aprovechar el viajecito. Mientras esperábamos la canoa que nos daría el paseo por el parque temático decidimos entrar a una tienda de comida, pero no nos dimos cuenta de que se trataba de la tienda de souvenirs y comida de la salida. Cuando quisimos volver sobre nuestros pasos, nos encontramos con una puerta que nos prohibía el paso en ese sentido y con una china un tanto runga que sólo sabía decir: ¡No, no y no! La mujer se empecinó la tira. Le explicamos la situación de todas las formas habidas, le mostramos los tickets… pero no había manera, no nos dejaba irnos, llegó el de seguridad y otra trabajadora de allí, en fin… montamos la de san quintín. Ante sus insistencia para que nos dirigiésemos nuevamente a la entrada acabamos diciéndoles que Agur, que nos íbamos a por la dichosa canoa, que estaban siendo muy cansinos pero que para cabezones nosotros, y nos dejaron ir.




 
Otra epopeya fue encontrar un sitio para comer. Cruzamos una zona de pueblos poco o nada turísticos con todos los menús de sus restaurantes en chino, y sin fotos, ¡claro! Finalmente encontramos uno en el que a pesar de tener las mismas condiciones nos hicimos entender, gracias a un grupo muy amable de chinitos que estaban comiendo y nos hicieron su recomendación además de darnos la posibilidad de señalarle a la camarera qué nos queríamos llevar al buche. La comida, nuevamente, ¡deliciosa!
 
Una vez repuestas las fuerzas hicimos continuamos nuestro recorrido en paralelo al río. Queríamos ver toda la zona, pero hubo partes que no vimos porque, para ver entre otras una colina con un agujero, un árbol tricentenario o una mariposa pintada en la roca… ¡había que pagar!
 
 Exceptuando ese sableo constante, la experiencia estuvo genial y lo pasamos en grande (sobre todo ahora que lo estamos recordando). Aquel biciturismo fue divertidísimo.



Nos montamos en un bus para ir al punto más recóndito que visitaríamos en el rio Li y que tiene la imagen que plasmarían en el billete de 20 yuanes: Xingping. Ahora sí, ¡un pueblo! Gracias, esto es lo que necesitábamos.  Esta zona es, si cabe, más impresionante.
 

Allí conocimos a Diego, un madrileño que disfrutaba de sus “viajes paranoicos” (cuyo blog podeis seguir desde nuestros “blogs amigos”). Unas largas y gratas conversaciones, y comidas, nos aguardaban. Y es que resulta que llevábamos prácticamente el mismo recorrido hecho y pudimos recordar lugares ya visitados.

Mereció la pena decantarnos por esta zona y no por la otra que teníamos fichada más al norte, tal y como nos aconsejó el burgalés! El último regalo que nos dio el rio Li fue uno de los atardeceres más mágicos que hemos tenido hasta la fecha, una panorámica vista de todas las colinas teñidas por la dorada luz de los últimos rayos del sol.

2 comentarios:

  1. hola chicos!! es una autentica pasada los lugares que estais visitando, se me pone la piel de gallina!! Cuando se viaja se aprende mucho y se viven experiencias inolvidables, se aprende de las personas que te acompañan y sobre todo de las vivencias diarias. Disfrutarlo todo lo que podais que os veo super emocionados y muy felices!! Me alegro un montón por vosotros. Mil besos. Yoshi

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    1. Kaixo Yoshiko!
      Como bien dices de viaje se aprende mucho, y en esas estamos. A veces es dificil plasmarlo por escrito, pero lo intentamos. Cada cultura tiene algo diferente y es una pasada conocerlas. Seguimos disfrutando del viaje, aunque a veces, tenemos que reconocer, se nos hace algo durillo.
      Suponemos que ahora que viene la parte de Japón, te tendremos más enganchada, emocionada y recordando cosillas. Allí nos acordamos mucho de ti! Ya nos dirás que te parece.
      Un beso muy grande.

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