9 nov 2012

Mongol-Naizuud


Uno de los regalos más importantes que nos dio nuestra estancia en Mongolia fueron las personas que conocimos y con las que convivimos. Hasta ahora, no habíamos coincidido con tanta gente tan dada a ayudar y a dar lo mejor de sí, o tal vez fuese que sencillamente no habíamos estrechado tanto vínculo. Fue nuestra primera experiencia en la que realmente nos sentimos super acogidos y hermanados con todos  y cada uno de estos viajeros.  Intentaremos describirlos lo mejor que podamos, pero seguro que nos quedamos cortos.
 
Entre ellos destacamos a Louis, un guatemalteco neoyorquino muy dicharachero con el afán de viajar y descubrir el mundo. Es una persona increíble que da lo mejor de sí, y por consiguiente, inevitablemente, recibe lo mejor de las personas. Entre sus conocimientos lingüísticos y su facilidad para tratar con mano izquierda a cualquier tipo de persona, nos facilitó muchísimo nuestra comunicación con gentes de todo el mundo, aún con la gran barrera del idioma que con otras personas no habíamos podido salvar. Nos encantó que nos diera la posibilidad de tener nuestro huequecito en su mundo: resulta que viajaba con un enorme mapa lleno de frases de la gente que encontraba y con la que estrechaba lazos de forma más fuerte. ¡Muchísima suerte en tu viaje, Louis!
 
El visado chino nos brindó la posibilidad de cooperar con muuucha gente. Como ya escribimos en la entrada, movimos una energía tremenda, cargada de comprensión, ayuda y positividad. Las personas que nos unimos fueron, entre otras; Nieke y Mick, una pareja de Amsterdam, con los que realizamos nuestra reserva de los billetes de avión (falsa) en la que compartiríamos hasta asientos, y es que eramos, a los ojos mongoles, dos parejas que viajaban juntas… de alguna forma así era también a nuestros ojos.
Un australiano, que nos contó que estaba dando la vuelta al mundo… ¡pero en coche!, y no un coche cualquiera, no, un modelo viejo con ganas que había comprado en Londres, desde donde inició su gran aventura.
Y también debemos mencionar a Dafne y Amorí, otra pareja francesa que también estaba dando la vuelta al mundo, y mediante los cuales tuvimos acceso a la pirata agencia de facilitaba las invitaciones a China. Aquella estresante mañana no tuvimos posibilidad de entablar una buena conversación ya que las prisas nos apremiaban a todos, pero por la noche, de camino al albergue, nos los encontramos de “casualidad”, y pudimos conocerles mejor. Una pareja adorable.
En nuestro primer albergue compartimos habitación con una pareja de nuestra "previously on Adoska": Berna, Suiza, ellos eran Erreto y Ursina. Su llegada al dormitorio coincidió con la alegría de nuestro triunfo en la batalla contra el consulado chino, así que, tras relacionarnos y conocernos un poco, les dimos toda nuestra información acerca de la estrategia para hacerse con el visado chino. Nos lo agradecieron regalándonos una postal de su tierra y… ¡una tableta de chocolate suizo! Tableta que inexplicablemente logramos reservar hasta las dunas del Gobi, y que nos supo a gloria. Nos comentaron que tenían la intención de aprender acerca de la agricultura en este país a través de la iniciativa Wooff que pone en contacto con granjas en diferentes países en las que se realiza un intercambio de trabajo, aprendizaje y alojamiento. Nosotros ya estábamos al tanto de esta posibilidad gracias a Joseba, primo de Mikel, y no hizo sino acrecentar las ganas de tener la experiencia, pero cada cosa a su tiempo.
 
En el siguiente albergue en el que estuvimos, también conocimos a otras personas con las que mantendríamos muy buena relación y que en ocasiones se prolongaría hasta día de hoy, y de mañana. Por ejemplo: Armando y Nico, italiano y francés que se comunican en perfecto castellano, ¡y podrían hacerlo en catalán! Cosas del trabajo y la familia. Era muy graciosa la mezcla que hacían… Se encontraron en el camino, en un tour que compartieron, y como el siguiente destino iba a ser el mismo, decidieron hacerlo juntos. Y así seguirían, improvisando cada nueva etapa del camino, disfrutando. Forman una unión muy buena ya que se complementan muy bien, uno desastre, el otro disciplinado; uno extrovertido, el otro introvertido. Pero lo que más destacamos de ellos es que son muy buena gente, y lo que nos trasmitieron es que aunque se viaje solo, la vida del viajero siempre es compartida. De ellos, no nos despedimos, ya que sabíamos que en china volveríamos a vernos o quizá en Japón…
El albergue nos guardó otra sorpresa, y es que conocimos a la primera pareja española mochilera, Cecilia y Juan. Llegaron algo tarde para realizar el tour con nosotros, pero finalmente, dieron con más personas y pudieron empezar un tour similar al nuestro tan sólo un día más tarde, lo que nos facilitaría volver a coincidir con ellos un par de días durante el tour. Conocer a esta madura pareja fue una gozada, nos hizo romper (un poco más) los esquemas de que nunca es tarde para hacer las cosas que hemos soñado hacer, y que la edad no es una limitación para realizar un viaje largo, ellos ya llevaban más de 1 año viajando cuando llegaron a Mongolia. Además nos dieron un montón de consejos más para nuestra estancia en China e información nueva sobre el Tibet y sus últimos requisitos de entrada.
Una tarde de juegos en la sala común del albergue
 
En el tour al desierto del Gobi creamos un lazo muy especial con el grupo que formamos, cada uno era diferente y cada cual aportaba su propio color. Como una vez dijo una persona muy querida: -“Cuando un grupo se forma, cada uno tiene su propia vela, aportando su propia luz y calor. Y aunque suceda que alguien del grupo se vaya, su energía sigue estando en ese grupo, así como su lugar”. Este grupo fue formado tanto por viajeros como por la propia guía y los conductores, ¡éramos todos una piña! Y gracias a todos hemos aprendido mucho de cada uno de nosotros. Lo más importante del tour y su experiencia, lo que se queda en nosotros, vino más por el grupo que formamos que por los paisajes o la cultura descubierta.


Aje y Stinj, la pareja belga que más salsa daba al grupo. Aje con su eterna sonrisa y su afán por descubrir cada pequeño detalle y su explicación, ¡como buena psicóloga que es! Estuvo estudiando unos 3 meses en Sevilla, recordó su castellano con nosotros, ¡y nosotros encantados! Es vegetariana de nacimiento, y Claire y Amaia se unieron a ella al segundo día de catar carnes, ¡eso sí sólo durante el tour!  Stinj, que compartía esa curiosidad por la vida, por su parte, tiene una sencilla pero magnética personalidad, y daba una cálida protección y vida al grupo. Es un gran viajero, con mucho mundo a la espalda. Nos recordó que la libertad de pensamientos y acciones no está en otro lugar sino en nosotros mismos y que las ataduras, opresiones y limitaciones también, por más que nos guste quitarnos nuestra responsabilidad. Y todo esto, con ejemplos prácticos del día a día. ¡Sabiduría en estado barbudo!

 
Sergio, un arquitecto que se ha tomado un tiempo para viajar por el mundo. ¡Otro más que se baja del tren en la siguiente parada, para subirse a otros trenes! Es un argentino muy intrépido con muchos proyectos en mente. Uno de ellos es realizar un álbum musical con las personas que se va encontrando por el camino y que van aportando sus instrumentos y/o sus voces a su sueño. Proyecto en el cuál Claire participaría… ¿Por qué no pediría a Mikel añadir su gran talento a la grabación? jajajajjaa Junto a ella y Mikel, él se encargó del toque musical por las noches.

 
Mehdi es un francés que ha hecho un parón en el trabajo y que estará viajando durante unos 6 meses. Es una persona muy introvertida y reflexiva, pero que daba uneltoque de cordura y tranquilidad que todo grupo necesita. Estaba buscando reorganizar su vida y darse un espacio de tiempo para reflexionar tras su separación matrimonial. Siempre con una sonrisa en el rostro y un Snickers para compartir en la mano.

 
Alex y Claire. ¿Qué decir de ellos a estas alturas? ¡Nuestra pareja francesa! Exceptuando un par de días en diferentes albergues o quehaceres, estuvimos juntos durante toda la estancia en Mongolia. Desarrollamos muchísima complicidad, lo que nos ayudó a conocernos mejor. Estrechamos mucho los lazos y se convirtieron como en parte de nuestra familia. Un momento muy divertido e íntimo fue la fiesta del cumpleaños de Alex, ¡qué gran fiesta con tan poca cosa!.. Y ya que estábamos, pues nos decidimos a entrar a China juntos, ¡claaaaarooo!
 
Uurna, nuestra guía, proveniente de una familia nómada. Gracias a ella conocimos de verdad Mongolia; entendimos su cultura y nos regaló su visión acerca de su tierra. Sin ella, no hubiésemos comprendido las raíces de este país. Había estado 2 años en Londres, practicando y estudiando inglés, asique nos entendimos a la perfección. Un gran esfuerzo económico para su familia, sin duda, pero su padre ya veía venir los aires de cambio y lo apostó todo para su hija mayor. Por último los dos conductores de nuestras super furgonetas rusas, Baira y “Chocalá”. ¡Vaya dos elementos de la naturaleza! Simpatiquísimos mongoles de piel curtida que con su chapurreante inglés y sus bromas pusieron la nota de humor.

Mongolia al ser un país tan centralizado de cara a la organización de los routes a realizar, nos regaló el encuentro con todas estas personas. Ese es sin duda uno de los ingredientes más dulces que intervino para que se nos quedase tan buen sabor de boca.
Bairlaaaaaa!!

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