Y salimos de la estación de tren
de Ulaan-Bataar, ¡rumbo a la frontera china!
Haríamos noche en el tren,
compartiendo hard-sleepers con nuestros gabachitos, siguiendo el itinerario
marcado por el transmongoliano. Pero antes de finalizar la ruta del tren en
Pekín, quisimos hacer una pequeña escala en un “pueblo”: Datong, ¡queríamos ver las
grutas de Yungang!
¡Qué tiemble China, ya hemos
llegado!
1ª fase: Cruzar la frontera. Fácil
y rápido. Gracias a un mongol que nos encontramos en el tren de Ulan-Bataar, y que
no descansó hasta meternos en el autobús que nos llevase directos desde Zamyn
Uud, Mongolia, hasta Erlian, China, colándonos de todos los Jeeps y librándonos
de sus pesados conductores. Tras los rollos macabeos de los controles, y nada
más salir del edificio fronteril, ya se podía apreciar la enorme
diferencia entre la de un país y otro. La carretera (¡había carretera!), los
parques y hasta la forma de gastar los yuan-monedines: había muchísimas
esculturas de dinosaurios bordeando la carretera, haciendo una graciosa referencia
a los hallazgos prehistóricos en esa región. Ahora en serio, costaba creer que
tan sólo unos kms atrás, en Mongolia faltasen tantas cosas que aquí pudimos volver
a ver… algunas las echábamos de menos, otras no tanto. Desde Erlian debería
haber sido fácil llegar hasta Datong, si no hubiera sido porque ya no quedaban
plazas para el bus directo ese día. Esto nos lleva a la siguiente fase.
Erlian-Jining. O el trayecto de
bus más lentorro que nos hemos comido hasta la fecha. Además, al apenas haber
tenido tiempo entre sacar pasta y meternos al bus (a la carrera que nos vimos),
sólo teníamos la comida que llevábamos con nosotros. Pero bueno, racionamos muy
bien los víveres y, entre éstos y la ilusión de la comida que nos esperaba, sobrevivimos.
Por último, tras nuestra llegada a
este “pueblo”, bueno va, desciframos, “pueblo” en chino viene a significar “mega-ciudad
con más habitantes que París”, obtendríamos nuestros últimos pasajes del día,
Jining-Datong. Vaya un día de contrastes, más teniendo en cuenta que veníamos
de Mongolia, donde ciudad es pueblo y el pueblo granja. Petado de chinos, allá
donde mirases… y hablando de mirar… descaro no, lo siguiente, pero es que en
estos “pueblos” no llega mucho guiri y nos tenían que mirar como las vacas al
tren, ¡claaaroo! Jajajajaa Pero la sorpresa fue grande viendo la calidez con
que nos recibían… bueno va, calidez, calidez, tal vez no, pero fueron bastante
colabores con los billetes y la primera impresión sobre los chinorris fue muy
buena.
Llegamos a Datong tras 27 horas
de tren y buses, cansados, pero muy felices…
¡Una deliciosa cena nos esperaba!
Y ahora es cuando vuelvas a Vitoria, Vitoria no será una ciudad sino un pueblo pequeño.
ResponderEliminarEs lo que tiene esos cambios ^^
Tu terquedad sirvió de algo, me alegro molto, molto.
Si puedes tienes que ir apuntando palabras en otros idiomas; sería bastante interesante. Aunque igual ya se te ha ocurrido ya
Un fuerte abrazo y otro para ti, además me alegro que disfrutéis del camino.
Ni hao, Unai!
EliminarTienes razón, Vitoria no será la misma... de hecho, ahora vemos también las distancias de una forma muy diferente, Vitoria-Madrid, p.e., nos parece un paseico de ná! se nos quedaría hasta corta, sin tiempo de acomodar el culete!! jajajaja
Respecto a las palabras, jummm, lo tantearemos pero de hecho ya vamos subiendo alguna palabra en cada lengua. Por ejemplo, amigo, en cada entrada de "amigos viajeros" ;D
Un fuerte abrazo, y otro para ti también! jajajajaja ah, y otro para Cris... jajajajaja