1 de octubre. La semana de fiesta
nacional da comienzo en China.
¡El Wally chino estaba en su salsa! |
Y ahí que fuimos, de cabeza. El
último tren de nuestro transmongoliano nos dejó en Beijing a primerita hora,
haciendo madrugar a todos los pequineses. No quisimos perdernos ese gran momento
tan importante para ellos, bueno, eso, y que así habían surgido las cosas en
base a las fechas de visados y tal. Nos creímos muy afortunados por visitar la
capital china en tan remarcada fecha… y acabamos pagando el pato…
No se nos ocurrió otra mejor idea para empezar nuestra visita que ir paseando hasta el corazón de la ciudad, para visitar su plaza más emblemática: Tian´anmen y el mausoleo de Mao! Muy pronto nos vimos en medio de una inmensa marea de gente, donde nos convertimos en dos chinitos más. Nos mimetizamos tanto con ellos ¡que acabamos entrando en la Ciudad Prohibida sin siquiera darnos cuenta! Eran los primeros días en china y hasta nos hizo gracia… Ya tendríamos tiempo más adelante para acabar un poco saturados de tanto chino.
¿El Dragón dormido o el Fénix renaciendo? |
-¿A dónde vas? -¡A donde me dejen salir! |
Dedicamos un día entero al
Palacio de Verano, otro enorme lugar en que uno puede perderse durante horas. La
pena era que había tanta contaminación (que no niebla, ni mal tiempo como
algunos nos insistían) que al alejarte un poco de la zona principal ¡no había
cristo que pudiera ver nada! Pero disfrutamos mucho de este lugar que en su
momento más álgido debió de ser un retiro estival muy tranquilo para el
emperador y su familia (por si vivían estresados en la ciudad prohibida…), rodeado
de naturaleza.
Cooón ta mí na me, mézclate conmigo... (8) |
Y de noche, ¡de noche sigue estando petaaado de chinos! |
Al día siguiente aprovechamos la
estancia para visitar el templo Lama. Es el mayor templo budista de estilo tibetano
fuera del Tíbet y donde además se halla el Buda tallado en una sola pieza de
madera de sándalo más grande del mundo. Tras abrir boca de cara a o que nos esperaba en el Tíbet, y tras callejear un buen rato
por los hutong (barrios tradicionales pequineses), tuvimos la suerte de que nada
más llegar a la torre del tambor, una exhibición de cómo los hacían sonar
antaño se hiciese eco en toda la ciudad. Ah! Y por aquella zona encontramos un Ukelele
muy baratillo para Mikel! Ay amaaa!! El atardecer lo dedicamos a ver la puesta
de sol desde la colina del paque Jingshan, frente a la ciudad prohibida.
Los siguientes días bajamos un
poco el ritmo ya que la salud no estaba a tope, creemos que debido a la contaminación,
y los dedicamos a hacer “chinorradas”. Nos fuimos al “Mercado de la seda” y al “Mercado
de las Antigüedades” a jugar al regateo con los vendedores, al "Mercado nocturno" a ver qué bichos se llevaban a la boca los chinorris, y conocimos más
templos, entre otros el “Templo del cielo”, donde se realizaban los sacrificios animales a los dioses para ganarse su favor.
También paseamos por las calles y los parques de la ciudad y disfrutamos mucho viendo cómo la gente gozaba de una vida social, muy rica, en ellos, con sus juegos de mesa, deportes, bailes, música y demás maneras de relajarse. Eso sí, sin seguir su ejemplo de andar escupiendo a cada paso ni echar la basura por cualquier lugar. Ante todo, sí hicimos algo, eso fue gozar de la cocina china. Tras descubrir que los platos de los restaurantes chinos que hay en España no son de la cocina china, nos dimos a las recomendaciones… y madre mía cómo nos pusimos. Incluso llegamos a cenar el mítico plato de Beijing, el Pato pekinés, por eso decimos que acabamos pagando el pato… vaya que sí lo pagamos... menos mal que compartimos gastos con nuestros franceses favoritos, juntos otra vez.
No hubo día que nos lloviera ni
una sola gota en toda la semana de fiesta nacional, pero en su lugar, había
muchísima polución que dañaba mucho nuestros ojos y gargantas (aún con
mascarilla), tanto que Amaia se llegó a quedar afónica, casi muda, ¡para
descanso de Mikel! Recordando todos los rumores de los anteriores Juegos Olímpicos,
en China, nos preguntamos si habrían echado al cielo los mismos productos
químicos que ya echaran en aquella ocasión con el fin de que no lloviese y se
chafase la fiesta. Al principio planteamos esto de coña, pero con lo que veríamos
más adelante se nos quedó como una certeza. Nos sorprendió también lo bien
organizada que estaba para el turismo, y lo moderna que era, pero sin perder
sus zonas tradicionales, una buena mezcla. Debieron de hacer tal barrido y
barnizado a la ciudad antes de los J.J.O.O que no vimos ni una sola fábrica por
el centro (antes tan abundantes), ni una mala calle, ni un solo perro vagabundo
y muy pocas personas vagabundas. Claro que a los pocos que vimos, la policía se
encargaba de despacharlos, a buenas, pero a las sombras.
Un amuleto de la buena suerte para el viaje, ¡Adoska Munduan! |
La semana dio para mucho, y disfrutamos de Pequín mucho más de lo que esperábamos, la verdad. Además, nos dio tiempo para conocer mejor al chino, tanto al modernillo como al pueblerino, al pasotilla como al patriótico. Fue una estupenda toma de pulso para este reemergente país. Aún quedaba mucha China por ver, de modo que nos despedimos de la capital, y con más pena de Alex y Claire, a quienes en principio no volveríamos a ver hasta diciembre, en India, si todo iba según lo calculado para ambos.
¡El camino sigue y sigue!
Noooooo!!!! en serio que no os volveréis a ver hasta diciembre?? adelantadnos si ha habido algún reencuentro sorpresa!! que va a ser mucho tiempo sin Alex y Claire para algunos bloggeros! ya son como de la familia!!!
ResponderEliminarjajajajja
EliminarHay tienes ración, marchando una de Alexclairenomanos!
Y ah! sorpresa sorpresa!! Todo a su tiempo ;P
Muakaaa!!