Decidimos interrumpir nuestra estancia
en Kyoto acercándonos al tercer día a una joyita bien cercana: Nara. Ésta, fue
la primera capital nipona, y es hoy una ciudad bien grande que no pudimos
conocer en plenitud. La zona que nosotros visitamos estaba a las afueras y
tenía un espacio natural grandísimo donde se encontraba el mayor complejo de
templos de la ciudad, custodiado por sus famosos ciervos, considerados mensajeros de los Kamis, dioses o espíritus de la naturaleza, del Shintoísmo (La religión primegenia de japón).
Estos, son como unos ciudadanos más, tanto es así que te ves paseando con ellos al lado, bueno eso si no llevas galletas, porque en cuanto ven una galleta se vuelven locos. A Mikel le daban cabezazos y a Amaia, ¡a poco le comen la camiseta! Al final tuvimos que huir de ellos literalmente, pero nos lo pasamos bomba.
Entramos en el templo Todaiji
íntegramente construido en madera más grande del mundo, donde a su vez,
encontramos el buda más grande del mundo que se encuentra en el interior de un
templo (¿cuántos más tararís del mundo llevaremos ya en este viaje?). Ah! ¡Y
conseguimos pasar por un huequecito de un pilar que se hallaba dentro del
templo!
Se dice, se comenta, se rumorea que si logras pasar por este huequecito, del tamaño del agujero de la nariz del buda: Uno, no cogerás más resfriados,(menos mal que el agujero es como el de la nariz...) dos te iluminarás y verás el paraiso, o tres, sólo puedes pasar si se tiene buen karma (y poca panza, claro!). Fuimos los únicos adultos que cruzaron el árbol bajo la atenta mirada de los nipones y de sus onomatopeyas... la cosa es que normalmente sólo lo pueden hacer los niños.
Una gozada contar con detalles
como el que encontramos tras la subida a otro templo: una sala en la que estar
tranquilamente saboreando un rico té caliente (¡gratuito!) bajo la mirada de
las pinturas hechas por los monjes y su cantos, ¡ah! y los baños públicos
increíblemente higiénicos, y con papel, ¡toda una revolución! Ya podríamos
encontrar tantos aseos y tan limpios en todos los países, ya…
Habíamos quedado en juntarnos
allí con Armando y Nico, pero la existencia de una segunda estación de trenes
dio al traste con la cita. Sin embargo, ya sabíamos cómo funcionaba aquello, y
que era muy probable que, aun estando en un lugar tan grande, nos acabásemos
encontrando. Y, ¡ce voila! justo al final nos encontramos, aunque sólo con
Armando, Nico ya había tirado de auto-stop hacia Kyoto.
Este es otro de esa innumerable
lista de lugares japoneses donde dejarte perder, donde dejarte encontrar. En un
país ya de por si tranquilo, este tipo de parques y complejos monásticos riegan
una sensación de alegría sosegada y paz muy difícil de describir.
Fue una excursión muy agradable,
porque además de que el sitio era la alegría de huerta, los ciervos, Armando y una
fiesta al aire libre pusieron la guinda.
¡Una galletita! |
Hola guapisimos!! por cierto Amaia, ZORIONAK bonita!! sales muy guapa en las fotos. Tengo nostalgia de JAPON porque sin duda es un pais que enamora!! no creeis? muxus!!!!
ResponderEliminarKaixo Yoshiko!
EliminarMil esker por la felicitación y por los piropos! ;)
Desde luego que Japón es único y tiene muchisimo encanto. Nos dejó un sabor muy muy dulce y tiene muchas detalles en su día a día que son increibles! Nos dejó muy marcados, desde luego que sí.
Un beso muy fuerte
Amaia & Mikel