Nuestra idealización de Nepal no
tenía base alguna, lo sabemos, simplemente pensamos que se trataría de un
pueblo parecido al Tibet, de religión budista, con gran carisma, sencillez y
respeto hacia la naturaleza, los animales y las personas. Un pueblo con raíces
montañeras.
Sin embargo, y quizá por lo poco
que nos movimos por el país, nuestra experiencia nos hizo plantearnos el origen
y la historia nepalí. Nos encontramos en medio de una Kathmandú sucia y caótica
con ganas, ¡y es el punto neurálgico del país!, rodeados de hinduistas y con el
tema económico bien a la orden del día, una enorme cantidad de comercio
dedicada al extranjero vendiendo cosas que asociamos a Nepal pero que sin
embargo poco tienen que ver con ellos, ya que en cuanto a la ropa, la mayoría
se visten con ropa india, y respecto a los banderines, cuencos y demás útiles
budistas, los hindis no les dan uso alguno. Una de las cosas que más nos dolió
(y que dolería a lo largo de la “etapa oscura” de Nepal e India) fue ver
semejante montón de basura tirada por todos los lugares, ríos nauseabundamente contaminados
y un trato nefasto para los animales, incluidos los perros y vacas “sagradas”
callejeras, en los ojos de los cuales podías ver un miedo turbador al humano.
¿Cómo puede ser que estando en un
enclave tan impresionante, rodeado de tanta naturaleza, ¡tan pura!, con
muchísima biodiversidad (gracias a su enorme amplitud de altitudes); pueda
haber ríos llenos de mierda (¡en tan poco recorrido!) y aire tan insalubremente
contaminado?
No podemos decir que conozcamos Nepal,
pero ahora, al menos sabemos que el Nepal que “conocíamos” no existe.
No hay nada como que el "progreso" y el "desarrollo" llegue a los lugares menos pensados haciendo polvo todas las expectativas de silencio, tranquilidad y cultura profunda.
ResponderEliminarQué chasco más grande me llevo!!
Suponemos que al idealizar los lugares nos creamos una expectativas que, muchas veces, no se asemejan a la realidad! De todas formas nosotros hablamos desde nuestra experiencia, y punto de vista, y es cierto que no nos adentramos en el corazón de la montaña...
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