La distancia, el tiempo…
A medida que nos hemos ido
alejando y más tiempo ha trascurrido desde nuestra partida más sentimos el
desapego. Desapego, a la no necesidad de algo. Hemos ido liberando unas cadenas
y/o barreras que nosabemoscuándo nos hemos puesto con el pensamiento y que nos
ataban a estar cerca para no sentirnos lejos. ¿Pero cerca de qué, de quién?
Ahora sentimos
que lo que aleja y distancia a las personas, no son los kilómetros que les
separa, sino nosotros mismos. La distancia en sí
no es el detonante, podemos estar cerca y sin embargo estar a mil años luz por
falta de comunicación, de empatía, de respeto… Y podemos estar a mil años luz,
sin vernos durante mucho tiempo y, sin embargo, sentir que esa persona está
cerca, tan cerca que la puedes ver, sentir e incluso abrazar. El pensamiento es
un don muy poderoso que puede hacer del cielo un infierno y del infierno un
cielo.
“¿Por qué grita la gente cuando está enojada? -Porque
perdemos la calma. Respondió un monje- por eso gritamos. -Pero, ¿por qué gritar
cuando la otra persona está a tu lado? – Nadie dijo nada. Al final, el maestro
dijo: Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para
cubrir esa distancia, deben gritar para poder escucharse. Mientras más enojados
estén, más alejados estarán y más fuerte tendrán que gritar para escucharse el
uno al otro. Luego el maestro añadió: ¿qué pasa cuando dos personas se
enamoran? Se hablan suavemente porque sus corazones están muy cerca. La
distancia entre ellos es muy pequeña.”
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