Uno de los días que pasamos en Hoi
An lo utilizamos para acercarnos a Myson, el lugar donde se pueden encontrar
los restos de uno de los asentamientos Khmer más importantes en territorio
vietnamita.
Los puntos más destacados son los
conjuntos de ruinas, esparcidos en un área suficientemente pequeña como para
poder recorrer en un precioso paseo, y que se encuentran en estados bastante
dispares: pasando de construcciones casi impolutas que te trasladan ipsofacto, a
cuatro piedras a las que hay que echar mucha imaginación.
Una de las razones a las que hay
que atribuir esta diferencias de estados de conservación es, como no, la
guerra. Unos cuantos pepinos vinieron a caer por aquí también, de hecho pudimos
ver varios hoyos que nos recordaron a Pont du Hoc, diana de los bombarderos en
el desembarco de Normandía.
Algún terremoto… y el tiempo es sin duda otro factor a tener en cuenta y que el musgillo se encarga de recordar. ¡Pero curiosamente parece más antiguo de lo que realmente es!
Algún terremoto… y el tiempo es sin duda otro factor a tener en cuenta y que el musgillo se encarga de recordar. ¡Pero curiosamente parece más antiguo de lo que realmente es!
Entre ruinas y ruinas y mientras esquivábamos
a los grupos y seguíamos la pista a un improvisado perro-guía, dimos un paseo
de lo más agradable por el bosque, paralelos a un arroyuelo. ¡Cómo disfrutamos
estas cosas tan… básicas!
De vuelta, cruzamos por unos
campos plenos de vida, donde los aldeanos se afanaban en darle lo mejor a los
arrozales y alubiares a fin de obtener eso mismo, lo mejor de su tierra. Y es
curioso, porque a diferencia de hace años, el comunismo de hoy día hace que la
posesión de las tierras sea rotatoria, es decir, que cada 15 años haya un
sorteo para ver que hectáreas serán las que trabaje cada familia durante los
siguientes tres lustros. El cuidado por la tierra y su mantenimiento podrían
haber decaído al no tratarse de posesiones, ¡pues no, parece que saben que nada
es de nadie y que todo es de todos!
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