Dicen que Mandalay no es bonita,
y para nosotros, es cierto. Como gran urbe que es y mamando un poco de sus aquí
más cercanos vecinos, China e India, cuenta con bastante contaminación y
porquería. Pero aunque no está muy llevada, es muy interesante ver el mejunje
de etnias y religiones que en ella se dan, ver en la misma calle chinos,
birmanos e indios entrando a una catedral cristiana, una sinagoga, una mezquita
o una estupa juntos, y revueltos, es, cuan menos, curioso.
Pasamos un par de días en ella,
nos alquilamos otras unas bicis y nos dimos un garbeo por la ciudad. Fuimos a
su famosa colina, donde mucho subir… ¡para no ver nada!, bueno, niebla, árboles
llenos de bolsas de plástico tapando las pocas vistas y eso sí, un super buda
fiestero lleno de luces de neón.
Paseamos por los mercados, incluido
el de Jade (que a día de hoy seguimos sin saber el porqué de su nombre), visitamos
el distrito de los monjes, donde nos colamos en un monasterio-resort que
habitaban cientos de monjes y que nos dejó alucinados, y donde en una pagoda
cercana entablamos conversación con un grupo de monjitos que estaban estudiando
inglés, y claro, ahí que se metió Amaia, a darles una clase magistral, ;). Nos acercamos al
bar de los famosos “Moustache brothers” unos comediantes que fueron arrestados
y sometidos a trabajos forzados debido a sus actuaciones, en las que parodiaban
la situación política del país en la época en que la junta militar estaba en el
poder. Tampoco tenían muchas ganas de hablar de temitas, decían que ahora la
situación era muy buena y que todos eran amigos… ah, y que fuésemos a la noche
a ver su show, claro.
Mandalay es un campamento base
para visitar sus alrededores, cargados de belleza e historia. En modo express,
en tan sólo un día se pueden visitar todos ellos. Y eso es lo que hicimos
nosotros: contratar un conductor junto a una pareja argentina. También se puede
alquilar bicis o motos (que es lo que estuvimos tanteando), pero hay ciertas
zonas que pillan bastante lejos y que, seguro, serían motivo de un buen Rodeo
clown ye yeee! Sumándole una buena de gasolina a la factura, y no es este país
para gastar mucha gasofa, que está cara, a pesar de que tantísimos vehículos echando
humo parezcan decir lo contrario.
Visitamos los cuatro lugares
principales. Comenzamos con Mingún, un pueblecito conocido por tener la pagoda
más grande de Birmania… ¡sin acabar! Y es que no llegó a ser completamente
construida porque un terremoto la quebró. Resultó impresionante plantarse en su
base e imaginar los restantes dos tercios que querían haber adosado a su
maltrecha base… ¡vaya locuron!
Aquí también contemplamos una de
nuestras imágenes preferidas y que tenemos muy asociada a Birmania, la gran pagoda
blanca, envuelta en sus sinuosas serpientes.
Sagaing, es otro pueblecito que
se encuentra al otro lado del río Ayeryawady, y en el que subimos a una elevada
colina (nos habíamos quedado con ganas de más en Mandaly hill) para contemplar
una cantidad sobrecogedora de pagodas y estupas que decoraban toda la región.
Aquí, un amable estudiante de arquitectura local nos explicó la diferencia
entre pagoda y estupa. Básicamente, en la pagoda no se puede entrar al interior,
en la estupa, sí. Vale, ¡gracias! Pero una pregunta: ¿Para que tantas?
En la isla de Inwa, o Ava para
los británicos que anduvieron liándola por aquí, donde disfrutamos tan
gustosamente de la comida y charla con Ezequiel y Liesje, la pareja con la que
hicimos este recorrido express, ¡que se nos fue la hora y apenas pudimos ver
nada! jajajajaja Inwa fue una de las antiguas capitales de Birmania, en
sucesivas ocasiones. Nos pseudo-colamos en este recinto de modo que ahí anduvimos,
esquivando a los insistentes conductores de carrozas y a los vigilantes de los tiquet-tasas
para el gobierno jajajajjajaja
El plato fuerte lo dejamos para
el final, donde el atardecer se hizo, si cabe, algo más mágico de lo normal
viéndolo a través del puente más lago del mundo construido en madera, el puente
U Bein, en Amarapura.
Nos fuimos caminando hasta la
otra orilla por el puente, allí nos esperaba nuestro capitán y su barquita para
traernos de vuelta (pactado previo al paseo) y disfrutar de los últimos rayos
de sol sobre el agua.
Un momento precioso, lleno de belleza. Que también estaba repleto de gente, y de algún que otro cazaviajeros, pero aun así, ¿cómo se podría estropear aquel momento? Imposibol.
Un momento precioso, lleno de belleza. Que también estaba repleto de gente, y de algún que otro cazaviajeros, pero aun así, ¿cómo se podría estropear aquel momento? Imposibol.
... ¿Pero es que nadie va a preguntar que coño esta haciendo Mikel y que es esa roca gigante? jajajajajaj ;)
ResponderEliminarsi nisiquiera le había visto!!!!! y la piedra.... es un elefante lleno de gases!! ja ja ja
ResponderEliminarLa piedra es un culazo de león gigante, custodio zurrullador de la estupa inacabada! Y Mikel, por ende, es... jajajajjajaa
Eliminar