Birmania. Esa tierra tan bella,
con esas personas tan sonrientes… y esto, con todo lo que hubo y hay detrás… Increíble.
Que bajo un yugo tan opresor hayan prevalecido semejantes sonrisas… ¡qué
grandeza!
Sin embargo, a la par que el país
va abriéndose al mundo, el mundo, y más concretamente su apresurado y ambicioso
ritmo económico también va transformando esa parte de sí. No es esto algo que
hayamos podido ver en nuestra corta estancia, no, esto es lo que nos han
transmitido todas aquellas personas que visitaban el lugar una vez más y lo diferente que nos la hemos encontrado comparandola con relatos de aquellas que lo hicieron años atrás. La economía está en alza, ¿pero a qué
precio?
Algo que nos sorprendió, y mucho,
está conectado a uno de los rasgos más característicos de Birmania: el Budismo.
Comenzamos viendo pequeños monasterios, con sus humildes y singulares estupas y
pagodas, pero la cosa se fue poniendo más ostentosa a medida que avanzábamos por
el país. Y no nos referimos a la antigua Bagan, que sin embargo también nos llevó a
preguntarnos la razón de que erigiesen semejante ingente cantidad de lugares de
culto…
O llenar los altares de dinero y comida, esto, ofrendas. Además, de encontrarnos con lo arcaico que parece unir a todas las religiones:la aceptación de la mujer... hasta cierto punto.
No, nos referimos a las de construcción más moderna, con idénticas normas, y en cuya obra se ha invertido muchísimo dinero. Nos chocó bastante, pues no relacionábamos el Budismo con ese afán por hacer miles de estupas, a poder ser cada vez más altas, luminosas y doradas, sino con la sencillez de un pequeño lugar en paz para meditar.
No, nos referimos a las de construcción más moderna, con idénticas normas, y en cuya obra se ha invertido muchísimo dinero. Nos chocó bastante, pues no relacionábamos el Budismo con ese afán por hacer miles de estupas, a poder ser cada vez más altas, luminosas y doradas, sino con la sencillez de un pequeño lugar en paz para meditar.
Si algo estamos aprendiento en este viaje, es que ¡no sabíamos nada!
Muchas ideas sí, pero realemente no sabíamos nada.
Y... seguimos sin entender nada.
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