El autobús nos dejó en Shwenyaung, de ahí nos movimos hasta Nyaungshwe en taxi, compartiendo trayecto y tarifa con una pareja alemana de vacaciones. No pudimos escaquearnos de pagar una tasa de 5 dólares por entrar al área natural del lago, ¿adivináis a donde va dicha tasa? ¡Gomierdo!
Al día siguiente hicimos “barcaturismo”
por el lago Inle, esta vez no encontramos a nadie para compartir embarcación
asique fue un viaje al más puro estilo romántico gondolero veneciano… ¡pero sin
góndola ni Venecia!
En realidad, se trataba más bien
de un “boat-trip” ya que no sólo nos llevó a visitar el lago donde vimos jardines
y templos flotantes, a bastantes locales haciendo sus quehaceres habituales, y
algún que otro modelo, teatralizando su tradicional y peculiar forma de remar y
pescar para “deleite” del turista, sino que además nos hizo ciertas paradas en
tiendas de artesanía (preparadísimas para los grande grupos de tours, con unos
precios que pá qué), pero no nos importó, sabíamos de esto y ni intentamos
disuadir a nuestro capitán, pues allí nos enseñaron un montón de cosas curiosas
acerca de estas artes, ¡sólo había que preguntar y enredar!
Todo el proceso de la orfebrería
con la plata, huertas flotantes, cómo hacer lámparas con papel sacado de la corteza de un árbol,
la forma en la que, proveniente de las flores de loto elaboran preciosos
telares o los mil y un usos que se le pueden dar al bambú fueron algunas de las
lecciones aprendidas.
No nos costó mucho hacernos a la
idea de lo tranquilo y calmado que debía de ser aquel pueblo antes de que hubiese
más guiris que gente local, los paisanos, una vez te salías de las calles
principales seguían haciendo su vida, ajenos a todo ese barullo y meneo
constante que traían ese grupo de gente con prisas. En una maravilla de lugar
donde el tiempo sólo se mide por las temporadas de los campos de arroz, los
festivales mensuales y a corta distancia por la hora de la siesta en la hamaca,
¿qué prisa hay?
Sin embargo, el dinero es el
dinero, y el turismo estaba descubriéndose como una mina de oro, ¡cargadita!
Así que estaba bastante explotado y preparado para el turismo y los precios,
por las nubes. Personas que ya habían estado años atrás nos dijeron que
probablemente sea el lugar que más ha cambiado del país, e incluso nos dijeron
que la vida del lago estaba mermando debido a la creciente contaminación que
conllevan los miles de desplazamientos náuticos diarios…
Fue una visita rápida pero muy enriquecedora,
y es que da para ver y pensar sobre muchas cosas. El Lago Inle es muy especial,
además porque en él puedes encontrar un buen número de tribus diferentes ya que
se confecciona como un punto de unión entre diferentes regiones.
Compartimos pick-up con otra
pareja alemana para llegar hasta la parada del autobús nocturno que cogeríamos
para ir hasta… ¡Bagan!, la ciudad de los mil… no, ¡de los más de cuatro mil
templos!
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