Para llegar hasta nuestro
siguiente punto del itinerario, Hoi An, tuvimos que coger dos largos buses,
haciendo transbordo en Nha Trang. Arribamos a nuestro destino tras un total de
20 horas de trayecto… menos mal que el primer bus lo compartimos con un joven
italiano con mucho mundo detrás, un buen ukulele y muchas fotos e historias.
Respecto al segundo bus, nocturno, al gozar de asiento-cama la cosa no estuvo
mal, además la carretera, paralela al mar, era un espectáculo gracias a la
infinita flota de barcas que usan luces para atraer a la superficie el pescado.
Habíamos decidido no parar en Nha
Trang, pues al parecer era un lugar al más puro estilo Benidorm, y por lo que
vimos así era. En su lugar, nos alegramos mucho de dedicarle más tiempo a Hoi
An, que era un pueblecito muy pintoresco y tranquilo.
Este precioso pueblo es famoso,
además de por sus diestros sastres y sus infinitas ofertas de ropa a medida;
por la cantidad de farolillos, bombines y luces de colores que adornan sus
calles tanto de día como de noche.
Para haber sido uno de los
enclaves que más sufrieron la batalla del Tet de la guerra de Vietnam, que
apenas dejó edificio en pie, la atmósfera era bastante… “atmosférica” jjjajajaa,
vaya, que si esquivabas las tiendecitas y dabas una vuelta a primera hora por la
zona del mercado o el rio, o paseabas bastante entrada la noche por las
callejuelas del centro antiguo realmente podías vivenciar una Vietnam original.
Por cierto que, nos íbamos acercando
al norte y estos vietnamitas seguían siendo, si no la alegría de la huerta, sí
más majos que majos. Con bastante vida nocturna, montándose chiringuitos aquí y
allá, aunque podía ser por las celebraciones del nuevo año, ¡que parecen durar hasta
que empieza el siguiente año!
Un punto a destacar de la ciudad
era su cocina. Famosa, ¡y por muchas buenas razones! No hicimos un curso de
cocina vietnamita, aunque tras catar algunos platos estuvimos tentados a
hacernos con las recetas porque… ¡maresita mía, qué deliciosas y bellas
creaciones!
En cierto modo, suponemos que por
los templos y los farolillos, nos recordó mucho a su vecina China, y nos trajo
muchos recuerdos a la memoria. Si de por sí, Hoi An es un importante punto
turístico del país y está decorada y mimada como tal, con el festejo del nuevo
año lunar, aun lo estaba más, brillando como nunca, especialmente por la noche.
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