Con nuestro billete de “Open Bus
Ticket”, cogimos el autobus directos… ¡al mar! Por fin, tras más de 6 meses de
viaje tocamos arena y mar saladito… ayssss, ¡que ganucas que teníamos!
¿Que qué es el “Open bus ticket”?
Pues es el pasaje para cruzar Vietnam como un marqués. Un billete de billetes
con fechas abiertas que vas reservando y que para en los principales puntos
turísticos del país. Sólo debes andar al loro para reservar los asientos, que realmente
son “camas”, el resto, relajaaarte, con pick-up en la puerta del alojamiento y
todo, cruzar un país nunca fue tan fácil, y si das con fechas normales, tampoco
mucho más barato.
El bus nos dejó en frente de
nuestro albergue, ejem, ejem, ¡de nuestro resort! (vale, se llamaba resort para
mochileros, ¡pero seguía siendo un resort!). Eso sí, nada más salir del bus
algo rompió nuestros esquemas; hacía un viento que pá qué… Fuimos a comer tras
dejar las mochilas, y ahí dimos con la explicación: estas playas son famosas
por el Kitesurf y el Windsurf, y es por algo, las condiciones son excepcionales
para su práctica, día sí, día también, así que se veían un montón de escuelas y
por supuesto el mar petado de practicantes. Fue un pequeño dato que se nos
escapó en Birmania a la hora de hacernos con nuestra estancia de descanso
playil, pero la verdad es que era una
gozada ver aquel espectáculo.
Por las mañanas el viento era suave,
asique aprovechábamos para meternos a un mar tranquilo y ordenado a refrescarnos,
porque desde bien temprano hacía muchísimo calor. Y como no podía ser de otra manera,
en cero coma, churruscaditos que volvíamos para la habitación en busca del
ventilador, si es que estos cuerpecitos serrranicos estaban más paliduchillos…
claro, si es que somos del norte… bueno, del norte del sur, pero del norte.
Era muy curioso eso, como a la
mañana el tiempo estaba tan tranqui y
como, para el mediodía, se desataban aquellos vientos que convertían el mar en
una sala de baile de lo más movidita.
Nuestro “resort” no tenía ni
mucho espacio ni muchas hamacas en las que poder tumbarse al sol, y sí mucho
guiri, no era cuestión de pelearse o de poner la toalla horas antes para reservarla
mientras dábamos el paseo por la orilla del mar (como muchos hacían), asique de
vez en cuando nos tumbábamos a tomar el sol en las hamacas de otros resort (estos
si verdaderos resorts), ¡hasta que nos echaban, claro! Y es que otra
peculiaridad de la playa era que apenas tenía arena libre, o el resort de turno
se había metido en primera línea o la escuela de Kyte tenía todo su material
desperdigado o similares.
Nos llamó la atención que la
mayoría de turistas eran Rusos, y es que con eso de que se apoyan entre
comunistas, tienen facilidades para ir de vacaciones allí, o al menos tienen
menos dificultades que para ir a otros países. Nos echamos buenas risas
recordando nuestros “niskys priskys”.
Por cierto que aquí no dispusimos de libertad absoluta en internet. Vietnam es otro de esos países con veto en ciertas páginas, para evitar las críticas políticas, principalmente. ¡Ah! Y los cortes eléctricos, aquí también, y más largos, por eso del relax marinero ¡claaarooo!
Sol, calor, playa, mar y sobre todo ¡descansar!... ¿Que de qué? Pues, parezca mentira o no, necesitábamos estar quietos unos cuantos días, despreocuparnos de reservar alojamientos, transporte, itinerario, papeleos… y es que cómo otros viajeros ya nos advirtieran antes de salir; cuando viajas por un periodo largo de tiempo ¡necesitas vacaciones dentro de las vacaciones! Si, puede sonar raro pero nosotros así lo sentimos también y el destino ferpecto fui Mui Ne.
Dedicamos un día a recorrer los
alrededores con una excursión en jeep compartido con una dinamarquesa con mucho
mundo, un irlandés muy majo y dos alemanes. Recorrimos parte del río donde se
encuentran las hadas de Fantasía cuando están de vacaciones, fuimos a un
desierto que quiere conquistar el mar, visitamos un pueblo marinero que usa
nueces como embarcación, atravesamos un cañón más rojo que el de El Colorado y
terminamos viendo el atardecer junto a nuestro grupo en las arenas rojas.
¡Geeenial!
Otro puntazo fue que dimos con un restaurante local con unos precios de risa y una comida deliciosa… cuando te la traían, claro, porque con el meneo que tenían en alguna ocasión llegamos a hacer el pedido tres veces jajajajajajjaa Mui ne fue un oasis, un lugar
donde gozar y revitalizarnos para continuar camino, como nuevos.
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