2 de enero, y entonces sí, adelante
con el trekking de 3 días hasta el Lago Inle. Bien prontito conocimos a
nuestros compañeros de viaje: una pareja francesa, Gabriel y Cecilie, dos
señoras de Suiza, Anette e Yvonne y un joven nipón, Fujii-san. Éste último
haría tan sólo 2 días de trekking, ida y vuelta a Kalaw, por tener que retornar
en breves a Japón. Además, claro, también conocimos a nuestro guía: James, ¡James Brown! jajajajajaa
Nada más salir del pueblo notamos
algo raro: el camino se alejaba de la dirección que deberíamos tomar para ir al
lago, pero no le dimos mayor importancia, seguramente daríamos un pequeño rodeo
para tener una bella vista del pueblo antes de dejarlo atrás. Esa vista no
llegó, pero sí una primera parada en boxes de un pequeño templo budista donde
nos dieron té y unos frutos secos para almorzar, así que encantados.
Seguimos andando y andando, por
unos paisajes aumentando en belleza a cada paso, salpicados de arrozales y
templos budistas. Pasamos por pueblos perdidos en las montañas, donde la gente
te sonríe y saluda fervientemente y los niños vienen corriendo en busca de
bolígrafos, pinturas o caramelos y a ver lo extraños que resultan los extraños.
Caminamos un rato siguiendo las vías de tren, única senda entre ciertas aldeas,
donde tuvimos que salirnos de la calzada ¡para no poner a prueba la dureza de
los ferrocarriles birmanos!
A medida que íbamos caminando más
agustico nos sentíamos, más nos conocíamos entre nosotros, peeero también más
cansados nos íbamos sintiendo, tanto que Amaia no sabía si llegaría hasta el
alojamiento o las piernas la abandonarían por el camino.
Finalmente llegamos, claaaro, y lo primero que hicimos fue tirarnos en las camas. Sí, las inmusculadas piernecillas de Amaia no podían más, menos mal que el guía hizo las veces de masajista y le dio un masaje que la revitalizó ¡casi hasta el punto de volver a sentir las piernas!
Finalmente llegamos, claaaro, y lo primero que hicimos fue tirarnos en las camas. Sí, las inmusculadas piernecillas de Amaia no podían más, menos mal que el guía hizo las veces de masajista y le dio un masaje que la revitalizó ¡casi hasta el punto de volver a sentir las piernas!
A la mañana siguiente, comenzamos
de nuevo la macha, esta vez, el camino iba adentrándose más salvajemente por la
roja tierra birmana. Cruzando bosques llenos de vida y subiendo y bajando ese
terreno tan irregular. Amaia, aun con cierta pena, asumió que no se veía capaz de llegar hasta el lago. Así que
antes de que Hideto (nombre de pila), el japonés, se separase del grupo,
decidimos irnos con él de vuelta para Kalaw. ¡Sí, partida y regreso escrito por dos
Hobbits! 8 horacas de dura andadura durante 3 día sería demasiado, ¡¡si ejque tanto deporte no eh bueno!!
La coña está en que pensamos que
el trekking de 3 días sería menos cañero que el de 2, por eso elegimos ese
trek, ¡pero nada más lejos de la realidad! Resultó que este trek haría un rodeo,
en efecto, pero no chiquitín, sino de 20km extra lo que dejaría la marcha total
en unos 65km en tres días jajajajaja
Disfrutamos mucho de la vuelta con Fujii y nuestro nuevo guía, un chaval de una aldea, que no hablaba ni papa en inglés. Menos mal que Fujii llevaba un diccionario en Birmano… jajajajaa
Todo el camino estaba custodiado,
además de por personas muy sonrientes y amables, por mariposas, unas preciosas
mariposas que revoloteaban a nuestro alrededor. Con ellas llegamos a un templo
donde nos quedamos como hipnotizados por la sensación de paz que existía allí,
y donde disfrutamos de una agradable “conversación” con un monje que
amablemente dejó sus quehaceres y se entregó a nosotros. Una camada gatuna fue
el elemento perfecto para quedarnos en silencio, disfrutando de aquel momento.
Algo muy peculiar de Birmania era aquella crema casera que utilizaban todos y que blanqueaba su piel y es que el "Tanaka" lo utilizan como protección solar además de blanqueador de la piel |
Nos adentramos en una cueva que
había bajo otro templo y que estaba abarrotada de figuras que narraban la vida
de Buda, corredores y corredores sin fin.
Y con las patitas de Amaia al borde de la desintegración regresamos a Kalaw, nos alojamos en el mismo albergue, descansamos, e hicimos 11 llamadas hasta conseguir reservar alojamiento en el Lago Inle. ¡Si es que no se puede llegar a viejos!
Y con las patitas de Amaia al borde de la desintegración regresamos a Kalaw, nos alojamos en el mismo albergue, descansamos, e hicimos 11 llamadas hasta conseguir reservar alojamiento en el Lago Inle. ¡Si es que no se puede llegar a viejos!
Qué pasada! qué sensación tuvo que ser lo de las mariposas, el templo, el agradable monje y la familia gatuna!! cómo transmitís pedorros!!
ResponderEliminary qué nos dices del cansancio!!? Eso también lo has sentido!!? jajajajaja
EliminarMilesker!!
Eso sentirlo sentirlo no tanto, porque afortunadamente (o desafortunadamente, no lo sé) hace muchísimo que no lo sufro en mis propias carnes!!
EliminarPero si es que no se os puede sacar de casa! Entre el uno y la otra, y la otra y el uno... el monte sin barrer! Ja, ja!
ResponderEliminarOlatz
Ya te digo!! jajajajajaa
EliminarMuaka!